La localidad de Barbastro rindió ayer homenaje al guardia civil José Antonio Pérez Pérez, en el primer aniversario de su fallecimiento en acto de servicio, ocurrido el 4 de marzo de 2016 al ser arrollado por un vehículo conducido por un menor en el transcurso de un control preventivo de alcoholemia y sustancias estupefacientes.

El acto consistió en una misa en la catedral de Barbastro, oficiada por el vicario general, tras la que autoridades, familiares, amigos, compañeros y vecinos de la localidad se trasladaron hasta las instalaciones de la Guardia Civil en la capital del Somontano, para participar en el descubrimiento de una placa en recuerdo del agente fallecido.

A continuación se entonaron los acordes de La Muerte no es el Final y se depositó una ofrenda floral en recuerdo de José Antonio Pérez.

Al acto asistieron la subdelegada del Gobierno en Huesca, María Teresa Lacruz; el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, Pedro Manuel Fernández, y el alcalde de Barbastro, Antonio Cosculluela, junto con la corporación municipal, y otras personalidades.

La Guardia Civil resaltó el apoyo mostrado con su asistencia, por parte de los vecinos de Barbastro, quienes hicieron patente su afecto y respeto hacia los familiares, amigos y compañeros del agente homenajeado.

Pérez participaba en el citado control cuando dio el alto a un turismo en el que viajaban cuatro menores. El agente introdujo las manos en el vehículo, y el conductor se las atrapó contra el volante y salió huyendo a toda velocidad, arrastrando con él al agente, que falleció a consecuencia de los golpes recibidos. Durante su huída chocó con otro coche, antes de dejar abandonado el vehículo y darse a la fuga a pie, con el resto de los pasajeros.

Finalmente todos fueron detenidos y al conductor, Abraham G. M., le condenaron a seis años de reclusión por la ley del menor, ya que entonces tenía 17 años. Le atribuyeron delitos de conducción temeraria y sin carnet en concurso con homicidio agravado y varios delitos de lesiones.

La familia de la víctima recurrió la condena, ya que consideran que debería pasar 10 años de internamiento, además de no compartir el criterio del juzgado de menores al absolver al resto de los que viajaban en el coche, bien sea como cooperadora, en el caso de la copiloto (la mujer del condenado) bien como encubridores, en el caso de los que viajaban en el asiento trasero.