Los niños son esperanza de futuro para los pueblos y también para las escuelas. Por eso muchos municipios de Aragón, en particular en Teruel, llevan años probando fórmulas para atraer nuevos pobladores con descendencia. Pero esta política, en la que se habían depositando muchas esperanzas, está fallando estrepitosamente en algunos lugares.

Este es el caso de sitios como Palomar de Arroyos, Libros o Molinos. En la primera localidad, situada en las Cuencas Mineras y con 150 habitantes, el próximo curso ya no abrirá las puertas de su colegio. Solo tiene dos menores en edad escolar, uno de ellos un paquistaní que en adelante irá a un centro de enseñanza en Montalbán.

Durante el curso 2010-2011, había cuatro niños más, hijos de una familia que había acudido a Palomar a través de una empresa contratada por su ayuntamiento para que atrajera nuevos moradores. Gracias a ellos el colegio permanecía abierto. Pero los padres decidieron marcharse del pueblo cuando llevaban allí casi año y medio, y lo hicieron bruscamente.

UN AÑO GRATIS "Llevaban un año sin pagar nada, ni el alquiler de la casa ni el del bar", explicó Ernestina Juárez, alcaldesa de Palomar de Arroyos. "Se les facilitaron propiedades municipales para que pudieran ganarse la vida aquí, a un precio asequible, 150 euros mensuales por la casa y 50 por el bar, pero cuando se fueron debían mucho dinero

"Dejaron a deber un dineral, unos 6.000 euros, y sospechamos que se han ido a otro pueblo a seguir viviendo del cuento", explicó una persona vinculada al consistorio que prefiere mantener el anonimato. "Y no pasa solo aquí, pasa en muchos otros sitios, lo que significa que son unos timadores profesionales", agregó.

Fue la segunda vez que se torció la experiencia, pues en el 2009 ya se había marchado del pueblo otra pareja de fuera con dos hijos.

"Ha sido una mala experiencia", dijo la alcaldesa. "En Palomar había otra gente joven empeñada en coger el bar, y ahora están enfadados", reconoció.

En Libros ha sucedido lo mismo. Una familia con hijos que había llegado allí con la ilusión de abrirse camino despareció de un día para otro y dejó vacía el aula de la escuela, que el año que viene ya no abrirá.

Molinos, con 300 habitantes, no verá su colegio cerrado, pues en torno a 12 escolares asistirán a clase el curso próximo. Sin embargo este municipio, famoso por su Grutas de Cristal, no gana habitantes y está estancado.

"Vino una familia de Murcia con dos hijos, en el curso 2010-2011, pero se fueron antes de que terminara", comento su alcaldesa, María Pilar Monfil. "Dejaron una deuda de unos 1.900 euros".

Los nuevos y fugaces moradores pagaban un alquiler de 90 euros por la vivienda y al principio todo fue bien. Pero un buen día ya no abonaron la mensualidad y, "cuando les pareció bien, se marcharon".

"Está claro que se aprovechan de las circunstancias", manifestó Monfil, que recuerda el caso de otra familia con varios hijos que siguió el mismo sistema.