La Asociación de Vecinos Lanuza del Casco Histórico ha censado todos los solares de su barrio desde San Pablo a La Madalena y ha llegado a la conclusión de que es urgente encontrar un uso para los mismos. Su clasificación divide estos espacios abandonados en tres grandes grupos. Para cada uno de ellos proponen soluciones concretas porque "lo que no se puede hacer es dejar que queden sin utilizar y deteriorando la imagen del barrio", indicó el presidente del colectivo vecinal, Javier Rodríguez.

El primer grupo de la clasificación es el que alberga los solares privados, en los cuales, gracias a la actuación de la sociedad municipal Zaragoza Vivienda, se han producido importantes avances para evitar su degradación. En ellos piden que se aplique con seriedad el registro de solares para evitar situaciones como la que se produce en la zona de Conde Aranda, donde existe un espacio que lleva abandonado más de 20 años. Según la Asociación Lanuza, estas parcelas de los propietarios evitan el cumplimiento de la obligación de construir en dos años "por el sistema de ir presentando sucesivos proyectos".

Su segundo grupo son los solares públicos, en los que han detectado también grandes avances gracias a la actuación de Zaragoza Vivienda, ya que estos "han sido los impulsores del desarrollo del barrio", reconoce.

El tercer grupo de la clasificación son las casas abandonadas, "que a efectos prácticos es lo mismo que si fueran un solar, solo sirven para acumular basura", comenta, Javier Rodríguez. En este sentido, los que más preocupan son los edificios públicos, para los que piden equipamientos sociales y culturales. Uno de ellos es el edificio del cuartel de Sangenis, en la calle Madre Rafols, al que el abandono ha llevado a la degradación e, incluso, un árbol ha brotado en su tejado. Para esta caso, Rodríguez propone crear pisos pequeños para alquilar a estudiantes, en un proyecto que podría asumir tanto la universidad como el ayuntamiento.

Un ejemplo de las situaciones a las que lleva el abandono de estos espacios se encuentra en el paseo María Agustín, en los números 61-63. "Aunque no es una zona del barrio propiamente dicha, su situación es paradigmática", dice. La valla de las obras dificulta el paso por la acera, que ha quedado casi inhabilitada por la reciente construcción del carril bici. "En muchas ocasiones hemos denunciado esta situación, pero se repite con diferentes formas en todo el Casco Histórico", lamenta Rodríguez.