En medio de la tormenta de los nacionalismos excluyentes --ahora, el catalán; antes, el vasco; mañana, quién sabe...-- la literatura ha abierto una ventana purificadora a la brisa de la tolerancia y al céfiro de la democracia.

Primero fue Fernando Aramburu, con Patria, una revisión en clave social e individual, sentimental y colectiva de las últimas y terribles décadas en el País Vasco.

Ahora, ese excelente, irónico y enciclopédico escritor bilbaíno que es Juan Bas acaba de publicar El refugio de los canallas (editorial Al Revés), una novela también magnífica y muy valiente, a la que el propio Aramburu ha descrito admirativamente como «una compleja polifonía de víctimas que ayer fueron verdugos, de verdugos que más tarde serían víctimas o que ya lo son aunque acaso no lo sepan... Como en un populoso cuadro del Bosco, esta novela pone a convivir a una muchedumbre de personajes sobre los que sostiene la sangrienta historia de los vascos de finales del siglo XX y principios del XXI».

El argumento de El refugio de los canallas se basa, entre otros muchos aspectos, en la trágica interrelación de miles de familias con el terror de ETA y la descomposición de la convivencia en tantas ciudades, municipios y caseríos de las provincias vascas. Padres asesinados por hijos de sus vecinos, madres tan acobardadas que ni se atrevían a visitar las tumbas de sus muertos; jóvenes captados por la rama militar para pasar a la acción de inmediato; impuesto revolucionario; tiro en la nuca; mercenarios del GAL; guardias civiles infiltrados o masacrados por coches bomba... un escenario de pesadilla para vertebrar un elenco de protagonistas directamente inspirados en personales y situaciones reales.

El autor no ha tenido reparos a la hora de recrear a algunos de los más sanguinarios terroristas, ni para dar voz a sus víctimas, en muchos casos, reconocibles, por recordadas o emblemáticas. No para angustiarnos de nuevo con un inventario de crueldades, sino para intentar explicar qué sucedió, cómo empezó todo aquello, quien incitó primero a la ensoñación de una patria históricamente hasta el momento inexistente y en seguida al odio contra aquellos poderes represores de una imaginaria identidad nacional.

Novela comprometida y brillante, elevada sobre una estructura original con una prosa precisa, sus páginas llegan al corazón, conmueven, sublevan, emocionan... y, sí, explican qué pasó.