Las mafias rumanas controlan más del 90% del rentable negocio de la mendicidad en Aragón, según coinciden en señalar distintas entidades de ayuda a los inmigrantes. Los ingresos obtenidos por los mendigos de esta nacionalidad, principalmente mujeres de etnia gitana que piden limosna acompañadas de niños menores de edad, no pueden cuantificarse con exactitud, "pero se sabe que van a parar a manos de los mafiosos", afirma Jesús Fraga, responsable de Cáritas en Zaragoza. "Quien da dinero a las gitanas rumanas --advierte-- está financiando a las redes que las explotan y contribuyendo a agravar el problema de la mendicidad, no a remediarlo".

Las mafias rumanas de la mendicidad callejera empezaron a introducirse en Aragón a fines de los 90. Hoy en día, según cifras de diferentes ONG, el 95% de los indigentes que piden limosna son extranjeros, rumanos en su mayoría.

"Hemos intentado relacionarnos con los gitanos rumanos, pero no ha sido posible", señala el líder gitano Juan Antonio Hernández, Fortuna . "A los gitanos españoles nos ven como a los parientes ricos de la familia y no quieren nada con nosotros".

UN MUNDO CERRADO El secretismo más absoluto rodea las actividades del centenar de gitanas rumanas que, como Lam®ita Popa, que dio a luz al primer bebé del año 2004 en España, mendigan, venden publicaciones e incluso cometen hurtos en tiendas de la capital aragonesa. "El colectivo rumano está menos localizado que otras nacionalidades", apuntan en Cáritas. "Pasan más inadvertidos, están más dispersos".

La escurridiza y desconocida mafia rumana ha impuesto su ley del silencio y se respeta a rajatabla. Las informaciones sobre su forma de trabajar son escasas. "Sabemos --informan fuentes policiales-- que la mafia recluta a las mendigas en Rumanía, entre mujeres que malviven de la mendicidad en su país y que ven en España una oportunidad de salir de la miseria".

Las mendigas vienen a nuestro país en autobús, en viajes organizados por sus explotadores y en los que también tiene cabida cualquier tipo de gente que viene a buscarse la vida. El desplazamiento entre Rumanía y España dura más de 48 horas. A partir de la frontera de Portbou, el autobús se detiene en las ciudades (Gerona, Barcelona, Lérida, Zaragoza, Madrid...) y en cada una de ellas va depositando el correspondiente cupo de viajeros.

"Una vez en España, la mafia cobra a cada uno de los extorsionados una cantidad por el viaje", indican fuentes de la Policía. "Si la deuda no se salda en el tiempo acordado, les imponen unos intereses abusivos".

Pero las garras de la mafia no sueltan a sus presas ni aun después de satisfecho el importe del viaje. "Los mendigos están muy controlados", comenta Jesús Fraga. "Las redes que los traen se quedan con su recaudación e incluso les imponen unos ingresos mínimos por día".

No está clara tampoco la forma en que luego los mendigos y sus jefes se reparten las ganancias limpias de la mendicidad, aunque podrían ir al cincuenta por ciento.

La forma de proceder de la mafia rumana es un misterio hasta para las fuerzas del orden. Además, las gitanas que recorren el centro y los barrios de Zaragoza con sus retoños a cuestas se muestran poco colaboradoras. Ante la Policía no sueltan ni una palabra y también se muestran esquivas con los organismos de asistencia que intentan ayudarlas a salir de la marginación.

"Tienen un miedo terrible a las represalias de sus explotadores", declara Jesús Fraga. "Zaragoza cuenta con suficientes recursos para echarles una mano, desde comedores y alojamientos a talleres de formación, pero los mendigos rumanos no hacen uso de ellos".

"No quieren ningún control", resume María Luz, de la Hermandad del Santo Refugio, que acoge a las personas más necesitadas.