Junto con las de Navidad y Año Nuevo, es la noche más importante del año y también la que ha conservado hasta nuestros días mayor riqueza antropológica. En torno al 21 de junio tiene lugar el solsticio de verano, siendo ese el punto que marca el día con más horas de luz de todo el año. La situación es contraria a la fecha aproximada del 21 de diciembre cuando se produce la máxima declinación austral del sol, marcada por el solsticio de invierno, cuyo día es el que cuenta con menos horas de luz.

Existe constancia arqueológica de que desde hace más de 7.000 años, la humanidad conocía ya muy bien el ciclo solar, así como los movimientos de los astros. Monolitos, dólmenes y otros monumentos megalíticos de la Prehistoria, tenían así un significado religioso, ligado al conocimiento de los astros asociado a los ciclos de la vida. De este modo, el símbolo solar, en referencia a la fuerza y la vida, formó también parte de la mayoría de las culturas y pueblos de la Antigüedad. Y la celebración de la festividad de San Juan se debe, sin duda, a la cristianización de una celebración pagana anterior. Por ello no es casual que la Iglesia haya establecido el nacimiento de Cristo el 24 de diciembre, y el de su precursor, Juan el Bautista, el 24 de junio, los dos ejes fundamentales y complementarios del ciclo solar.

Y al igual que en la última noche del año --la de San Silvestre--, en esta, también las leyendas nos dicen que salían las brujas, para hacer sus aquelarres en los lugares que tenían por costumbre. Una cantiga gallega alude al miedo de un mozo a que su novia sea bruja: "Por ser noche de San Juan, noche de encantos y brujas, por ser noche de San Juan, te tengo miedo, Maruja". En tan mágica velada, el agua y el fuego son los verdaderos protagonistas. Ambos juegan un importante papel simbólico y ritual, pues tanto el uno como el otro, son imprescindibles, junto a la tierra, para la vida.

Se da la circunstancia de que en ciertos lugares existía la creencia de que si en la noche de San Juan se rodaba por la hierba antes de que saliera el sol, sanaría de sus enfermedades de la piel. Por otro lado, al baño ritual en el agua, antes de la salida del sol en la noche de San Juan, se le denominaba "sanjuanada". Los beneficios de este chapuzón nocturno se reflejan en este canto, muy popular en España hasta mediados del siglo XX: "Día de San Juan alegre, allá a la fuente, corre moza, vete a lavar, que el rocío y el agua del amanecer, color de cereza te han de dar".

Asimismo, el agua de flores cogidas en la noche de San Juan, curará de los males físicos y del alma a quien con ella se lave, si lo hace antes de que amanezca, en el día de San Juan. Y es que son muchas las virtudes que a nivel popular se atribuyen a tan salutífera agua: espanta a las brujas, hace a las mujeres más bellas y cura las enfermedades. En algunos lugares del Pirineo aragonés existía una costumbre según la cual cuando un niño estaba enfermo de raquitismo o de hernia, sus padres aguardaban a que llegara la noche de San Juan. Entonces iban al monte y cortaban un roble nuevo. Después volvían a juntar las dos mitades del tronco del árbol, atándolas bien. Si las dos mitades se unían y seguían creciendo, era señal de que el niño iba a sanar. Asimismo, los padrinos del niño en cuestión se situaban a ambos lados de un arco de ramas, y se pasaban a su ahijado en brazos, repitiendo esta frase: "Quebrado te lo doy Juan, devuélvemelo sano"; y así lo hacían hasta en tres ocasiones. Otra curiosidad es que a falta de padrinos, también podían ser protagonistas de este ritual dos mujeres que se llamasen María o un hombre y una mujer llamados Juan y María.

También esconde la noche de San Juan que las jóvenes que tengan varios pretendientes y no sepan bien a quién elegir puedan optar por la elección correcta. Solo han de coger tantos trocitos de papel como muchachos las pretendan, y escribir en cada uno de ellos las iniciales de los nombres de sus galanes. Después, deben cerrar bien esos papelitos y colocarlos en una jarra de agua --no hay que olvidarlo, ¡solo en la noche de San Juan!-- y ya solo resta esperar hasta instantes previos al alba. El papel que esté más abierto, será el del pretendiente a elegir.

HAY MUCHAS "fuentes santas", por lo general junto a las ermitas más importantes de cada pueblo (como la milagrosa Fuensanta de la localidad turolense de Villel). Antiguamente también existía la creencia en torno a ellas de que durante la noche de San Juan adquirían aún más virtudes que durante el resto del año. Por ello en esa noche eran enramadas con arcos de palma, ramos verdes, y flores.

Sin embargo, el gran protagonista de la fiesta y noche de San Juan, es el fuego. Antiguamente, el encendido de la hoguera, tenía un carácter casi sagrado, rodeado de respetuoso silencio hasta que, silueteadas en la negrura de la noche, se manifestaban las primeras llamas, recibidas con aplausos y gritos de alegría por los congregados en torno a ella. Y a continuación, el ternasco, las morcillas, el morro de cerdo (cada vez más generalizado es también el consumo de sardinas) asados en las parrillas que se arrimaban al calor de las brasas y el chisporroteo de las purnas sobre la ceniza. Y además buen y recio tinto, dosificado en fino chorro de la bota de vino, y por supuesto, la alegría, la música y el baile.

Y como colofón, para los más animados y atrevidos, cuando la hoguera quedaba reducida a un círculo de rescoldos, llegaba el salto de la hoguera. Quien lo ejecutaba, debía hacerlo entonando al mismo tiempo alguna canción que sirviese como amuleto para alejar de él los malos espíritus; así lo más frecuente era ejecutar el salto gritando: "Te salto, hoguera de San Juan, para que no me ataque ni culebra ni can". Pero también las mozas podían saltar, para arrebatar el corazón de los muchachos a quienes amaban, así como las personas que padecían enfermedades de la piel, para sanarla.

Por todas estas cosas tan bellas, hermosas y mágicas que solo se dan en la noche y durante los primeros rayos del día de San Juan, antiguamente se cantaba: "Mañanita de San Juan, la de más alegría, porque baila el sol cuando nace, y ríe cuando cae el día".