Los malos olores que se perciben desde cualquiera de las calles que rodean el Mercado Central de Zaragoza pasarán a la historia en dos semanas. La lonja estrenará a finales de este mes el sistema de evacuación de residuos, un circuito cerrado y perfectamente higienizado que mantendrá los desechos ocultos durante el día y los sacará por la noche, justo cuando lleguen los camiones de FCC para recoger los contenedores.

En el momento en el que el sistema entre en funcionamiento, los comerciantes podrán depositar los desechos en dos cámaras frigoríficas del sótano. Una de ellas se ha habilitado exclusivamente para los residuos de carne y pescado, que se mantendrán a cero grados para garantizar que no hay fugas de olor. La segunda nevera mantendrá una temperatura constante de quince grados y se reservará para el resto de basura orgánica, como frutas y hortalizas.

Los desechos se irán almacenando durante el día en esas dos cámaras y cuando acabe la jornada se trasladarán a través de unos pasillos que nacen en la misma nevera hasta una sala en la que se han habilitado dos plataformas elevadoras. Esas estructuras albergarán en su interior un contenedor en el que los detallistas volcarán la basura, también separando la carne y el pescado de los restos menos olorosos.

Cuando los operarios del servicio municipal de recogida de basuras (FCC) lleguen al Mercado Central, se encargarán de activar la plataforma con la ayuda de un panel de mandos que se ha colocado en la plaza de Lanuza. "Cuando pulsen el botón correspondiente, la estructura que contiene los contenedores con los excrementos se elevará desde el sótano hasta el nivel de la calle, y los trabajadores de FCC no tendrán más que llevarse los contenedores llenos y depositar otros vacíos para repetir el proceso al día siguiente", explicó el ingeniero responsable de la obra de reforma del Mercado Central, Luis Dehesa.

Cada una de las plataformas elevadoras habilitadas puede soportar hasta 18 toneladas de peso, suficiente como para atender la demanda de los 190 detallistas de la lonja. "El sistema ya se encuentra listo para ponerse en marcha, aunque se quiere esperar a final de mes por una cuestión de seguridad", indicó el ingeniero.

Esta intervención se enmarca dentro de la remodelación del mercado que ha impulsado el Ayuntamiento de Zaragoza para adecuarlo a las normas higiénico-sanitarias que marca la ley. Hasta ahora, cada detallista se encarga de sacar sus propios desechos a hombros, sin ningún tipo de control y a menudo después de haberlos mantenido durante horas a temperatura ambiente, con el consiguiente mal olor. Después los deposita en un compactador (un contenedor de enormes dimensiones que comprime las basuras) que permanece durante todo el día en la plaza de Lanuza.

Junto a él, un operario de FCC vela porque no se almacenen desechos fuera del cubo y con una manguera a presión mantiene limpia la acera, que se encuentra encharcada la mayor parte de la jornada. Este rudimentario sistema pasará a la historia en dos semanas.

CARGA AUTOMÁTICA La descarga de mercancías también se ha modernizado con la instalación de una plataforma en la fachada principal del mercado. Los camiones cargados de carne se colocarán en la plancha superior, que los bajará hasta el sótano. Allí abrirán las puertas del remolque y directamente colgarán las grandes piezas en los ganchos de unos raíles suspendidos en el techo, que las trasladarán automáticamente a las salas frigoríficas.

La reforma ha incluido el derribo completo del sótano para poder reestructurarlo y ampliar las cámaras de frío. Se ha creado una hilera central de neveras destinada exclusivamente a la carne, se encuentra en fase de construcción otra fila a la izquierda para el pescado y se ha conservado otra zona específica para la casquería, las hortalizas y las frutas. Estos últimos productos se descargarán a través de otra plataforma específica, para no mezclarlos con la carne y el pescado.

La empresa adjudicataria prevé acabar los trabajos de remodelación del sótano a lo largo de este verano, para continuar después con la climatización de la planta calle (donde se encuentran los puntos de venta) y el revestimiento de la fachada del edificio, que se acometerá con cristales.