La economía habrá mejorado, pero las consecuencias de los desmanes inmobiliarios y la especulación se siguen pagando, y alcanzan las versiones más extrañas. Bien lo sabe Moisés Pérez, que tras haber logrado hace unos años (no sin lucha) la dación en pago de su casa, ahora se enfrenta a otra batalla a cuenta de un local, de un viejo negocio que hace mucho que cerró.

Moisés y su mujer mantienen una deuda de 26.000 euros (más de 30.000, con los intereses) por la hipoteca de su antigua papelería, en Torrero. Y por ello, soportan un embargo de 344 al mes en su nómina por parte del teórico propietario de crédito, Catalunya Caixa. Con 1.500 euros al mes, no cumple los requisitos para el alquiler social ni otro tipo de ayudas. "Pero hay que tener en cuenta que tengo cuatro hijos, y uno de ellos es celíaco, con los gastos que conlleva", explica. Desde que fueron desahuciados, viven por tanto de alquiler convencional, "comiendo en casa de mis padres varias veces a la semana". Unos progenitores que también tienen un pequeño embargo al figurar como avalistas.

En esta difícil situación llevaban unos años, intentando negociar una dación en pago, como la que en su día lograron con la casa, a través de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Pero un día les dijeron que no podían hablar más del tema.

Finalmente, descubrieron que la deuda había sido vendida a un fondo buitre, el célebre Blackstone, con el que vienen tratando a través de una sociedad interpuesta, Anticipa Real Estate. Una situación que, según considera Moisés, están aprovechando para "pasarse la pelota" entre las tres entidades.

"Llevo un año hablando, he pasado con tres gestores distintos. Me dijeron que podían dar un impulso procesal al caso, para forzar la ejecución de la hipoteca y negociar la dación en pago", explica. "Pero a cambio me exigen que retire el recurso --que tiene interpuesto ante la Audiencia Provincial, por una sentencia desfavorable--, y nada me garantiza que con eso me retiren el embargo. Ya me pasó con la casa, que retiré la demanda y luego tuvimos que estar protestando dos meses ante Catalunya Caixa para lograr la dación".

Por ello, la batalla judicial de la familia está ahora centrada en demostrar que el banco no puede reclamar una deuda que no es suya. Por el momento, el Juzgado de Primera Instancia número 4 de Zaragoza no les ha dado la razón, y el caso está en manos de la Audiencia Provincial. Su incertidumbre continúa.