En el día de la entrada en vigor del Estatut, Pasqual Maragall formuló una tesis que presenta sorprendentes coincidencias con el discurso del PP. A saber: que el Estado queda desmantelado con el texto estatutario. "El Estado aquí queda prácticamente residual. Eso que quede claro", afirmó ayer el presidente de la Generalitat en Sant Jaume de Frontany (Barcelona), el pueblo más pequeño de Cataluña, con 29 habitantes censados.

Hubo más similitudes. "Cataluña puede hacer lo que quiera a partir de este momento", continuó, en una frase que podría haber salido de la boca de cualquier dirigente popular en los últimos meses, solo que en ese caso formulada como dura crítica, no como elogio al Estatut. Es, además, muy poco probable que esta frase, dicha por un conservador, fuera seguida de la precisión de Maragall: "Y lo haremos". "De todos los territorios de Europa que no son estados, Cataluña es el que más se parece a un Estado", dijo.

Maragall ofreció, así, la versión más provocadora e impredecible de sí mismo, capaz de sorprender incluso a sus colaboradores más cercanos.

"UN DÍA TRISTE" En la tribuna popular, en cambio, no hubo sorpresas. Fiel a su línea de hostilidad contra el Estatut, el PP describió ayer la entrada en vigor del texto como un "día triste para España". El dirigente popular Ignacio Astarloa reclamó al Tribunal Constitucional que resuelva "cuanto antes" el recurso presentado por su partido contra el documento y responsabilizó a José Luis Rodríguez Zapatero por convertir a España, desde ayer, en "un Estado anoréxico, troceado e inviable como proyecto común".

Desde otra perspectiva, el coordinador de IU, Gaspar Llamazares, opinó que el Estatut "ha merecido la pena" pese a las "confrontaciones y diferencias" durante su redacción. Vaticinó que el PP se subirá al "tren" de las reformas, aunque al mismo tiempo intenta "descarrilarlo".