-Mari Cruz Soriano vuelve a la tele después de 30 años. ¿Cómo va el estreno?

--Estamos con un pie en el estribo, como dicen en la Pampa. Con los últimos retoques… Pronto veremos y podremos criticar un trabajo frenético.

-’Gigantes’, su programa de entrevistas en La 2, tiene invitados muy potentes.

--No me dejaron comentar nada… Hasta hoy. El equipo de TVE quería que fuera sorpresa. Hombre, sorpresa será, porque verme a mí en la tele tras 30 años (risas)… Tenemos a Saura, Arzak, Rosa Montero, Montserrat Caballé, Grande Marlaska, Miguel Poveda o María Blasco, que es la científica más importante de España. Irene Villa me impresionó, no como víctima, sino porque ha orientado su vida hacia el perdón. Y nuestro Víctor Ullate, que se va a Extremadura a un retiro que auguro breve, porque es hiperactivo. Boadella, con el que me encontré en una preciosa masía en la que, por cierto, vive sitiado; Carmen Alborch, que es una lección de feminismo; César Alierta, una mente brillante. Luis María Anson protagoniza un capítulo con Gabilondo.

-¡Menuda mezcla!

--Ellos se quieren, se respetan. Aunque parezca mentira. A partir de los 50 te das cuenta de que la verdad está en las relaciones humanas. Yo jamás le he preguntado a nadie a qué Dios le reza, ni a quién vota, ni con quién se acuesta. Se llama pluralidad. Se llama libertad de expresión.

-¿Cómo les convenció?

--Les expliqué el motivo de la serie. De alguna manera se lo debo a Aragón y a una tertulia en la que trajimos a muchos personajes que, simplemente, hablaban de su biografía y del valor del esfuerzo. Eso me importaba en un momento en el que hay mucha confusión, mucha mediocridad. Hay que separar el heno de la paja.

-Buen refrán…

--Yo es que soy muy rural. Cultivo tomates y los ejemplos me los da la tierra. Llegada una edad buscas personas que sientan como tú. No que piensen igual. Ni falta que hace. Cuando alguien me dice «siempre ha pensado igual», me produce terror.

-¿Por qué ha vuelto a la tele?

--Pasé 15 años explicando por qué me había ido. Y otros 15, por qué no volvía. Cuando dejaron de preguntar, dije: «ahora voy». También ha coincidido con que mi marido (Juan Alberto Belloch) ha dejado la Alcaldía. Hemos recuperado una vida estupenda. Mis hijas tienen su propia proyección. Y a mí me apetecía mucho el reto.

-La entrevista es su género.

--Me gusta mirar a los ojos. Es el agujerico por el que el cerebro se expresa.

-¿Agujerico?

---Ya soy muy aragonesa. Cuando quiero acongojar a alguien digo: «cuidado; soy vascoaragonesa». Y pongo pie en pared. De las pocas críticas que tengo con esta tierra es que usamos la nobleza para clavar unas hostias de cuidado.

-Adorar a Aragón tiene un plus en su caso, por la exposición pública.

--El ayuntamiento fue una cosa y mi vida, otra. Y tuve claro que por ahí pasaba la salud de la pareja. Desde los 26 años, tengo una empresa de promoción internacional y a eso me dediqué. Aún así, las malidicencias nos hicieron daño. Recuerdo que iba un día al veterinario y vino un señor: «esa Mari Cruz Soriano que tiene una empresa que tiene comprado todo el carril bici». Mira, llamé a Estudio de guardia y le puse verde. Y le llevé a juicio. Y luego ese personaje dijo que su padre se había cabreado con él y la pagó conmigo. Y yo pago por mis errores pero no por los ajenos. Como esas me ha tocado pasar unas cuantas y ya no.

-Ha vuelto a la tele, pero ¿no echa de menos también la radio?

--Más. Los que amamos la radio estamos enganchados. Porque a la radio le pasa lo que a la prensa escrita. Tiene más credibilidad. El papel, porque te hace preguntarte. Y la radio porque tiene una cosa alucinante que es la voz humana.

-¿De dónde viene su compromiso con los animales?

--Son los mejores seres humanos. Y, con los niños, una de mis batallas. Mis perros son adoptados. Los humanos somos crueles y eso tiene que cambiar.

-¿Sigue tocando el piano?

--Grabando con Caballé en el Liceo me pidió que tocara. Mis compañeros se quedaron asombrados: “anda, toca más de lo que parecía”. (Risas) El piano existe porque me ha dado muchas cosas.

-¿Aún toca «Gracias a la vida»?

--Cuando empecé a tocarla, para un disco, mi abuela estaba muriendo. Tengo mucho de ella… Es la canción de mi vida.