Los cultivadores de marihuana no son ajenos a los avances tecnológicos, y la búsqueda de variantes de planta que sean más rentables desde la semilla está dejando en los últimos años su huella en las incautaciones de la Guardia Civil.

Los agentes han observado, indica el sargento del EDOA de Zaragoza, que crece la presencia de plantas hembra modificadas para producir cogollos desde prácticamente el inicio de su crecimiento. El cogollo es lo que concentra la mayor parte del THC (el principio activo) y, por tanto, lo que se vende más caro, con lo que el valor de las plantaciones en el mercado se multiplica.

Estas variantes genéticas son más propias de los modernos invernaderos que improvisan los cultivadores en sitios cerrados, con una completa estructura desde la plantación al secadero, con laboratorios donde luego se puede organizar por cogollos, marihuana seca o grifa (con hojas, lo más habitual).

En tierra ajena

Estos completos sistemas de laboratorio se han encontrado en varias fincas, algunas cercanas a colegios, con la curiosa coincidencia de que eran parcelas alquiladas por los cultivadores, que las aprovechan al máximo. Utilizan mallas y sistemas de ventilación para tratar de ocultar a las miradas indiscretas la presencia de las plantas, aunque como advierte el sargento del EDOA, el olor de la marihuana es muy característico y muy fuerte, y los vecinos suelen ser quienes acaban por avisar del penetrante olor a droga de algún lugar.

Al tratarse de fincas alquiladas, en ocasiones el verdadero propietario no sabe qué se está cultivando allí. Lo cual le puede traer complicaciones, aunque no suele ser difícil, explica el investigador, determinar si el dueño está al corriente o no de la presencia de la droga.

El cultivo en tierra ajena no es exclusivo de fincas e invernaderos con alta tecnología, sino que lo están encontrando cada vez más en fincas de cultivos tradicionales. Sus responsables, explica, utilizan parcelas ajenas de cereal de alto crecimiento, como el trigo, que no son suyas, y plantan 15 o 20 plantas de marihuana en el centro, a espaldas del propietario. Llegan a hacerse croquis para recordar cómo acceder al cado de cada parcela donde tienen su cannabis como polizón.

Si las circunstancias lo permiten, o si la finca es suya, también aprovechan para instalar sistemas de riego por goteo para estas plantas, para facilitar su crecimiento. No dan tanto rendimiento como un laboratorio con invernadero, pero sí crecen más rápido que un cultivo tradicional. Las operaciones de este año han descubierto sistemas de lo más sofisticado, indica el sargento.