Volvió a sonar el Martes Santo a jotas servidas con lágrimas, a oraciones en el huerto, a pasos de tradición franciscana cruzando por el Puente de Piedra de Zaragoza. La huella de la Pasión se dejó oír en toda la ciudad. La Semana Santa de la capital aceleraba ayer su ritmo en una jornada que, como siempre, esperó a la noche para vivir sus mejores momentos, recorriendo las calles, desde Casablanca al Arrabal, pasando por Goya.

La cofradía de Nuestro Señor en la Oración en el Huerto y la del Descendimiento tenían programadas sus salidas titulares en esta noche. La primera, desde la parroquia del Portillo, con su peana y sus dos pasos, la Oración (de principios de siglo XX) y el de la Confortación.

Casi a la misma hora, una larguísima fila de cofrades tomaba la salida del colegio de El Salvador. El tiempo --y la lluvia, que no dio tregua otros años-- respetaba esta vez a la numerosa Procesión de las Lágrimas, que se disponía a cruzar la ciudad de punta a punta (desde el Miguel Servet hasta San Cayetano), con el sonido de sus artísticos redobles y las jotas que, en cada lágrima, se cantan a la Virgen.

Su paso (una obra del siglo XVIII y de la Escuela Murciana) comenzó la predicación en el propio centro escolar (del que procede buena parte de los muchos jóvenes cofrades con los que cuenta esta hermandad), para detenerse después en la Salle y en la iglesia de Santa Isabel, donde estaba programada su llegada. Y en el camino, muchos turistas y fieles que, año tras año, se emocionan con este clásico del Martes Santo, que mezcla devoción y tradición sonora, con las voces de la jota.

También los Vía Crucis se convirtieron en protagonistas en esta jornada, que volvió a demostrar por qué la Pasión zaragozana ha sido declarada de Interés Turístico Internacional. Cuatro en total. Desde el Refugio tomaba la salidad la Piedad, con su Santo Cristo (obra de la Escuela de Juan de Mesa que data del siglo XVIII). Y, poco después, fueron haciéndolo también Cristo Abrazado a la Cruz y la Verónica, desde la Puerta del Carmen, y la Institución de la Sagrada Eucaristía, cuyo Cristo del Perdón desfiló por Goya y Moncasi.

Desde el Arrabal (donde cuenta con muchos seguidores), salió dispuesto a hacer un largo recorrido la Cofradía de la Crucifixión y San Francisco de Asis. Echando a andar con su Crucificado de la parroquia de Jesús Maestro y cruzando en riguroso silencio el puente de Piedra, haciendo postal con el Pilar al fondo. Acabaron en San Cayetano, como lo harán el jueves en su procesión titular (que sale de San Antonio por la mañana y en la que los cofrades solo visten con su capucha). Eran casi las doce de la noche... Pero hasta pasada la una y media de la madrugada (con la llegada del Descendimiento a San Cayetano) no cesaron los tambores.

Para entonces había empezado ya el Miércoles Santo que hoy se llenará de imágenes: la Procesión de la Amargura, otros cuatro vía crucis (entre ellos, el del singular Cristo del siglo XV de la Cofradía del Ecce Homo, el más antiguo de cuantos procesionan por Zaragoza). Y hasta el Encuentro, que está de aniversario.