Los conflictos interraciales en Estados Unidos, especialmente en los Estados del Sur, me han hecho recordar la trama de aquella extraordinaria novela, Matar a un ruiseñor, de la sureña Harper Lee, y he vuelto a leerla aprovechando que Ediciones B acaba de presentar una nueva edición.

La conmovedora historia de Atticus Finch, el abogado blanco que decide defender a un negro acusado de haber violado a una mujer blanca mantiene plena vigencia y actualidad, en el sentido de que los ciudadanos de Alabama, Virginia las Carolinas o el delta del Misisipi siguen siendo diferentes según el color de su piel.

En la novela de Harper Lee, la comunidad, mayoritariamente blanca, criticó con dureza la posición de Atticus (interpretado con maestría en la versión cinematográfica por Gregory Peck) y le hizo sufrir desplantes y amenazas, a él y a su familia. Incluida su pequeña hija Scout, que lleva la voz narrativa, uno de los hallazgos del libro. El sentido de madurez y la lucidez de Scout irán ganando la confianza y complicidad del lector y abriéndose paso a la luz a través de la intolerancia y los prejuicios raciales latentes desde la guerra de Secesión.

Pero el protagonista de Matar a un ruiseñor, como de los actuales conflictos entre policías blancos y presuntos delincuentes y manifestantes de raza negra seguirá siendo el viejo sur, con sus terribles atavismos y su siempre larvada discriminación racial. El trabajo de Atticus no será otro que el de defender y aplicar la ley, un esfuerzo que, hoy en día, sigue siendo muy necesario, y no sólo en Estados Unidos, sino en tantas otras zonas calientes del mundo donde impera la segregación por causa del sexo, la religión o el color de la piel.

Harper Lee, que todavía vive, aunque con sus facultades intelectuales mermadas, está asimismo de plena actualidad por la publicación de una novela que se creía perdida, Ve y pon un centinela (traducida al castellano por Editorial HarperCollins Ibérica), donde repite el personaje de Scout, ahora con algunos años más, y otros caracteres y escenarios. Se trata de un auténtico acontecimiento literario, que ha despertado gran interés.

Harper Lee, ya ven, por partida doble. Si no han leído su ruiseñor, si no han oído cantar a la niña de Atticus Finch, empiecen por ahí, que es tanto como retornar al origen del problema.