—¿Cómo afronta esta nueva etapa como decano?

—Con gran responsabilidad y con la ilusión de poder colaborar con la facultad y en su funcionamiento. Llevo 8 años en el centro, como vicedecano de Infraestructuras y profesor secretario de la facultad, así que tengo una vinculación muy directa con el decano anterior. Mis compañeros han sido los que han pensado que yo podría cumplir un buen papel.

—¿Qué cambios y objetivos se plantea?

—La Facultad de Educación cuenta con un edificio revulsivo, de reciente creación, y creo que estamos en un momento de crecimiento y mejora. Ahora mismo, lo que queremos es posicionar la imagen y la marca en relación a los intereses sociales y a un sistema educativo importante.

—¿Y cómo van a hacer ese posicionamiento?

—Debemos vincularnos de una manera más directa con el sistema educativo, con Infantil, Primaria, Secundaria y el máster, para mejorar. Hay que mantener contacto con los responsables educativos y con la consejería para que los proyectos de innovación incluyan al profesorado universitario y, de este modo, lograr que la formación se acerque lo más posible a la realidad profesional. La universidad es un generador de conocimiento, pero no debe ser solo para los estudiantes, sino también para toda la sociedad. No hay que limitarse a ser un mero elemento productor de profesionales, sino que el sistema educativo requiere de un ámbito de trabajo y comunicación. Nuestra facultad es el centro número uno del campus que acoge congresos y actividades de manera constante, así como charlas y jornadas. Hay que ir más allá.

—En su momento hubo quejas por la falta de profesorado en el Máster de Secundaria. ¿Se ha solucionado la situación?

—Los problemas han ido mejorando poco a poco. Ahora mismo se está pendiente de realizar una modificación de la memoria que regulará el plan de estudios. Esperamos que para el curso 2018-2019 se pueda adaptar un nuevo documento. Este máster no es exclusivo de esta facultad, sino que es una titulación intercentros en la que nosotros aportamos el mayor porcentaje de alumnos. Es un máster complejo por número de estudiantes y dispersión.

—¿Qué línea plantea llevar respecto a los estudiantes?

—Uno de mis objetivos es que el estudiante viva su paso por la universidad de manera más extensa, que se implique. Ahora uno se lo plantea de forma que viene para superar unas asignaturas y obtener un título, pero debe ir más allá. Hay que implicarse en el órgano de gestión, participar y responder a otra oferta de centros para que su formación sea más amplia. Me gustaría que vinieran a las charlas y actividades.

—¿La Facultad de Educación está totalmente equipada? ¿Qué espera del estreno del Instituto Confucio?

—En este edificio llevamos solo dos años y, tras el traslado, la equipación se ha ido dotando poco a poco, pero ya está terminado. El salón de actos y la biblioteca también están finalizados. Y el equipo de Gobierno tiene previsto sacar a licitación pronto las obras de la cafetería, que dado que es un proyecto complejo tardaría un año en estar operativa, según me consta. Respecto al Instituto Confucio no es un centro que dependa de nosotros, pero han considerado que este era el mejor lugar por instalaciones. Va a ser positivo para todos y, por ejemplo, se está estudiando la posibilidad de crear una sala de exposiciones junto a la cafetería que podría dar difusión a la cultura china con actividades.

—La San Jorge imparte también Magisterio. ¿Qué opina de la duplicidad de grados?

—De momento la incidencia es mínima. El número de egresados es alto en Aragón y en toda España. Como responsable considero que la Administración debería regular o tender a ajustar la producción a las necesidades sociales y de mercado.

—El campus también plantea una reducción de departamentos y han surgido algunas reticencias entre diferentes decanos. ¿Está a favor de la medida?

—Es evidente que tras 30 años con el mismo modelo cualquier institución debe repensar su sistema educativo. Veo la medida lógica y necesaria, porque además está justificado. Es un tema que no es fácil porque implica a personal, pero entre todos debemos buscar la mejor manera de cambiar la situación actual. Ha habido reticencias y se respetan, pero como comunidad educativa tenemos que entender que hay estructuras que se deben modificar. Que un centro con 10 departamentos pase a tener 5 facilitará la gestión y los interlocutores serán menos.

—La reforma de Filosofía y Letras empezará pronto. ¿Les afectará el traslado?

—Creo que a todas las facultades del mismo campus nos afectará por igual, porque está previsto que apoyemos en instalaciones a docencia y estudiantes.

—Qué le dice su experiencia, ¿es necesaria la firma de un pacto social educativo?

—Estamos en un momento decisivo respecto a este tema. Si las fuerzas políticas se ha puesto a trabajar y si el Congreso valora creo que es hora de sentar unas bases educativas que eviten los vaivenes de los últimos años. Eso sí, requiere acuerdos de calado y que no sean una mera puesta en escena sin profundidad. Es necesario y lo vivo con ilusión.