Ramón Redondo, el joven guipuzcoano que fue brutalmente asaltado por un grupo de cinco skinheads, dos de ellos menores de edad, manifestó ayer ante el titular del Juzgado de Instrucción número 11 de Zaragoza, que se hallaba en funciones de guardia, que no podía precisar qué hizo exactamente cada uno de sus atacantes en la madrugada del domingo 26 de marzo, en el barrio del Actur.

"Sólo recuerdo que me llovieron innumerables golpes por todas partes", declaró la víctima ante el juez, los representantes legales de los tres imputados y su propio abogado, el letrado Enrique Trebolle. "Grité ´¡Dejadme en paz, dejadme en paz´, pero no conseguí que se pararan", añadió el joven.

Redondo recibió a mediodía de ayer, pocas horas antes de comparecer en el juzgado, el alta hospitalaria. Sin embargo, durante un año deberá someterse a exploraciones continuas para el control de un posible foco irritativo en el cerebro.

"Los vi delante de mí, uno a la izquierda y los otros a la derecha, y pensé que no me iba a pasar nada, pero al llegar a su altura el que estaba a la izquierda me dio un golpe en la cabeza por la parte de atrás", explicó la víctima.

LOSA O ALCANTARILLA La declaración de Redondo duró una hora y en ella insistió en que todos los jóvenes que le rodearon habían tomado parte en la paliza. Indicó, incluso, que vio cómo uno de ellos esgrimía "algo contundente, quizá una losa del pavimento" y que le caían encima piedras y trozos de ladrillo. Tras ver las fotos que le fueron mostradas, identificó un trozo de alcantarilla como el objeto contundente con el que le habían golpeado en la cabeza.

Los abogados de los presuntos atacantes, que solicitaron la libertad para dos de ellos (Alberto B. R., de 23 años, y Gemma Benjamina P. B.), hicieron a Redondo numerosas preguntas sobre las circunstancias de la agresión que sufrió. Sin embargo, no pudo responder con gran precisión debido a que los golpes que le propinaban le impidieron oír comentarios y distinguir las facciones de sus atacantes.

A la salida de la comparecencia, su abogado explicó a los medios que, en su opinión, Redondo fue víctima de una tentativa de asesinato, "un delito que conlleva de siete años y medio a 15 años de cárcel".

"Concurre la agravante de alevosía, pues estaba en un estado de indefensión total", agregó.

"Sólo el trabajo de los médicos me salvó la vida", narró el joven guipuzcoano, que sufrió dos paradas cardiacas cuando era trasladado en ambulancia a un centro sanitario y que se desmayó nada más llegar a Urgencias. Pese a todo, a preguntas del fiscal, manifestó que se sentía "protegido por el Estado de Derecho".