"Vengo todos los años a la piscina. Pero a acuaerobic no". Eran palabras de Josefina Tello, una de las primeras participantes de esta actividad que este año va a centrar la atención de muchos bañistas de las piscinas municipales de Zaragoza. Ayer fue el primer día de la temporada y las instalaciones del centro deportivo Actur eran un hervidero de familias y grupos de jóvenes que acudieron allí a apagar el calor de finales de mayo.

Este verano, además del acuaerobic, el Ayuntamiento de Zaragoza ha ofertado todo un sinfín de actividades dirigidas a hacer más placenteras las jornadas acuáticas y a convertirlas en algo más. La piscina se podrá concebir este estío como un lugar de encuentro donde familiares y amigos puedan pasar un rato agradable. Distrayéndose con un libro de la biblioteca integrada en las instalaciones, o teniendo la seguridad de que los peques lo están pasando en grande en el parque infantil de la piscina.

Jesús Martínez fue a pasar un buen rato con la familia. "Ya teníamos ganas de contactar otra vez con este ambiente de verano". Aunque saben que existen, no suelen usar mucho los equipamientos extra. "Vamos principalmente a la piscina y, a veces, a las zonas deportivas, para jugar un poco al tenis". Pero asegura que las zonas infantiles --parques, salas de juego-- son "una buena idea" y que cuando sus hijos estén más crecidos "harán uso de ellas".

A pesar de que desde la Concejalía de Deportes se aseguró que este año se habían hecho remodelaciones en casi todas las piscinas, Javier no tuvo constancia de ello. "Esta la veo parecida a como estaba el año pasado. Si ha mejorado algo, no lo he notado", aseguró, aunque reconoció que llevaba pocas horas dentro. A pesar de ello, tiene una buena opinión sobre estos centros municipales alegando que la seguridad "ha mejorado muchísimo".

Lo mismo pensaba María Pilar Morillas, madre de Adrián y de Isabel. Aunque se quejó de que se pasan un poco. Este verano "ponen muchas pegas. No puedo ir con gafas de sol por el recinto; tampoco puedo meter las piernas dentro de la piscina de los pequeños", apuntó. Su hija Isabel ya sabe andar, pero María Pilar no quiere dejarla sola en el agua. "No creo que los pies de una madre tengan más porquería que los de un niño", rezongó, aunque reconoció que los socorristas lo dicen todo "muy educadamente".

El sol no dio tregua ayer sobre las cabezas. Los hombros se lucieron brillantes de crema, temerosos aún ante su primera solana de la temporada. El cloro impregnó el aire a coro con el ruido del chapoteo. No se vio a nadie dar saltos arriesgados, ni volteretas desde los bordillos.

Belén Fernández lleva dos años como socorrista de la piscina del Actur. Reconoció que no se puede hacer "nada en las piscinas municipales" porque la normativa de seguridad es muy estricta. Y es que la responsabilidad que han de afrontar es mucha. No obstante, el sueldo que tienen es alto porque lo que se paga es fundamentalmente esa carga. Tienen también un seguro que les "cubre las espaldas", confesó Belén.

La joven socorrista explicó que, a causa de esta rigurosidad en las normas, siempre surgen "pequeñas discusiones con algún usuario porque no las entiende", pero afirma que es un trabajo muy agradable. Aunque en ocasiones les asalta el pensamiento de "¿dónde me he metido?", agregó la morena socorrista riendo.

También en plan tranquilo va Javier Beltrán a la piscina. Si está en Zaragoza, suele acudir "todos los días" con sus amigos. "Vengo a comer y me pego todo el día", explicó este joven de 24 años que disfruta "jugando a la baraja y tirado en la toalla, bajo el sol".

Ayer, primer día de piscineo, la entrada fue gratis porque coincidió con una jornada de puertas abiertas. Fue un día festivo, también para el agua así como para el césped. Su verde se veía oculto aquí y allá por los primeros incondicionales de las piscinas que no quisieron perderse esta cita.