Un año más, la presentación del congreso aragonés de médicos de familia se convirtió ayer en el escenario perfecto para enumerar las reivindicaciones de estos profesionales, sacar los colores al Gobierno de Aragón y poner en evidencia que la sanidad pública no goza de buena salud. Nada nuevo. Los médicos, mediante una retahíla de denuncias, alzaron la voz contra el «desprecio» por parte de la DGA a su profesión y pidieron al Departamento de Sanidad «que tome nota de su problemática».

Estos profesionales pusieron sobre la mesa las dificultades para cubrir los puestos de difícil cobertura, la alta temporalidad que hay —que supera el 35%—-, la falta de estabilidad laboral, la carencia de personal, la tasa de reposición, las ofertas de empleo público, las jubilaciones y un sistema de gestión informática de los historiales clínicos en los centros de salud —la aplicación OMI-— que hace perder a los sanitarios de Primaria «casi a mitad de la consulta» en la pantalla del ordenador. «Hay un desprecio al trabajo porque, además, existe un déficit de sustituciones, lo que lleva a la duplicidad de consultas por parte de los médicos y una sobrecarga del trabajo», expuso Eva Trillo, médica en Molinos (Teruel), quien evidenció las cicatrices de la sanidad en el medio rural.

El presidente del sindicato de médicos de Atención Primaria, Leandro Catalán, alertó de que «en el plazo de 4 o 5 años» se jubilarán en Aragón entre 400 y 500 profesionales y esos puestos «ni siquiera se podrían cubrir en el caso de que a todos los residentes MIR se les ofrezca una plaza, por lo que estamos en una situación de recesión», dijo. «Aunque la DGA quisiera, no podría cubrir todo de empleo estable porque la tasa de reposición lo impide. Tenemos un problema gravísimo», dijo Lorenzo Arracó, secretario autonómico de Cesmaragón.