Los profesionales rurales de la sanidad, desde mé- dicos y enfermeras a farmacéuticos, se movilizaron ayer para pedir un mayor número de facultativos y una reorganización del reparto del trabajo en la provincia de Teruel. La crisis económica se tradujo en una serie de recortes que han incrementado la carga laboral que soportan y en una atención a los pacientes que se hace a costa de un sobreesfuerzo por su parte ante la falta de medios. Y en su apoyo salieron a la calle medio centenar de personas frente al centro de salud de Mas de las Matas. Un caso paradigmático es el de la zona sanitaria del municipio, en la frontera entre el Bajo Aragón y el Maestrazgo, donde desde el 2012 se han perdido dos médicos, con lo que solo tres facultativos prestan servicio en un territorio muy amplio, poco poblado y de hábitat disperso.

«En realidad, desde febrero, aquí ejercen dos médicos y medio, pues uno de ellos tiene media jornada», explica Rafael Molinos, farmacéutico de Castellote y responsable del Consejo de Salud de Mas de las Matas. En esta situación, los titulares estiran sus jornadas para cubrir la falta de medios, una solución provisional que no puede alargarse.

Cuatro facultativos

En la zona de Mas de las Matas, esta localidad posee un centro de salud mientras que en el resto de poblaciones se ubican consultorios a los que los médicos se desplazan periódicamente para atender a los pacientes. «Actualmente algunos solo se abren media hora al mes o cada 15 días, pero lo ideal, y lo que pedimos, que no es mucho, es que la media hora de apertura se produzca un día a la semana», señala Molinos.

Para ello haría falta contar con un cuarto médico, indica el farmacéutico, que subraya que los pueblos con consultorio «no son meros puntos en un mapa, sino lugares donde vive gente que precisa asistencia médica». En esos pueblos, que tienen nombres como Bordón, Ladru- ñán o Dos Torres de Mercader, el médico es una figura fundamental. «Si se quiere mantener la población rural, la asistencia sanitaria es primordial», apunta Juanjo Berlanga, facultativo que atiende los nueve consultorios del término de Castellote. «No solo nos ocupamos de las dolencias de los vecinos, sino que hacemos de consejeros y psicólogos porque los pacientes, gente mayor, nos consultan muchas cosas, desde el papeleo de una herencia hasta problemas familiares», dice.

ENVEJECIMIENTO

La avanzada edad de la mayoría de las personas que viven en esos núcleos de población del Maestrazgo y del sur del Bajo Aragón explica en gran medida las características del trabajo que deben realizar los profesionales de la sanidad. «Muchos habitantes no tienen coche y yo me encargo personalmente de llevarles los medicamentos», afirma Rafael Molinos. «Están superagradecidos, claro, porque, por sus propios medios, tendrían muchas dificultades para hacerse con las pastillas que necesitan», manifiesta.

Estos problemas están detrás de la concentración bajo el lema Por una sanidad rural digna. El objetivo es que la voz de los profesionales rurales de la sanidad se haga oír en el Gobierno de Aragón para que tome medidas.

ABANDONO

Molinos considera que lo que sucede con la atención médica es consecuencia de lo que denomina «abandono institucional» de la zona en la que ejerce su labor. Esa desatención por parte de los responsables autonómicos se refleja en otras áreas, no solo en la sanidad. Deja mucho que desear, por ejemplo, el mantenimiento de las carreteras, por no hablar de la escasez de profesores. En el Maestrazgo se vive una situación complicada, además, por la inexorable marcha de los habitantes ante la falta de trabajo. «En Castellote se construyó un polígono industrial en el que no se ha instalado ninguna empresa, está totalmente vacío», lamenta. «Se hacen cosas, pero no siempre tienen impacto en el empleo, como la restauración del campanario de Castellote», mantiene Molinos, que piensa que haría falta que quienes ostentan cargos en las instituciones deberían sentarse a hablar con los vecinos. Por el momento esperan recuperar una cuarta plaza de médico.