Mitrica Rubina fue atacada cuando se dirigía a casa de Cornel Corp, en la calle Juan de la Luz, con cuya familia tiene amistad. Ayer mismo una sobrina suya había ido a visitarla al hospital para ver cómo había ido la operación, según contaba. Los momentos del ataque los recordaba como algo "horrible".

Según explicaba, él lo vio prácticamente todo. "El perro le mordió aquí, en la tripa --gesticulaba--, se agachó y entonces le agarró la cara", recordaba, simulando el radio de la mordedura del animal desde encima de la nariz hasta la barbilla. "Se la arrancó", aseguraba, con pesar. "Yo tengo un pitbull en mi país, pero es tranquilo. Este estaba muy agresivo, los policías lo persiguieron mucho rato --cerca de dos horas, según calculó-- hasta que lo agarraron con un lazo".

Las heridas de Mitrica fueron graves, pero aún podría haber sido peor. "Menos mal que pudo esconderse en casa", aseguró, señalando el patio de su vivienda. "Aquí la atendimos, estaba todo lleno de sangre, llamamos a la Policía y al 061 para que vinieran", aseguraba.

Aunque la mujer era conocida de su familia, ayer no podía precisar cuánto tiempo llevaba en España. Sí que tiene marido y un hijo viviendo con ella, y que al menos hasta hace poco habían trabajado como jornaleros agrícolas en Aragón y otras provincias limítrofes como Navarra y La Rioja. La víctima del ataque también es vecina del barrio Jesús. Cornel no sabía de quién era el perro, algo que se preguntaban varios vecinos de la zona. "No lo habíamos visto hasta hace un par de días, pero ahora dicen que no saben de quién es", lamentaba.