Las mujeres se pusieron en marcha (sobre todo las ya se sienten suficientemente fuertes como para plantarle cara al machismo). Y un ámbito donde lo hicieron con una efectividad extraordinaria fue el de los medios informativos. El decisivo papel de mis colegas femeninas-feministas, por un lado, y la presencia de millares y millares de jóvenes en las manifestaciones del 8-M, por otro, revelan la naturaleza imprevisible de esta nueva edad histórica (poscontemporánea). Justo en ese momento celebrábamos en Huesca la XIX edición del Congreso de Periodismo Digital, el más relevante foro profesional del sector que tiene lugar en España y parte del extranjero. Debo confesarles que estaba yo tan embebido en todo aquello, debatiendo y divagando con mis compañeras/os de oficio, que casi me pasó desapercibido el notición oficial de la semana: el nuevo ministro de Economía es aragonés. Aleluya. Estamos aquí tan poco acostumbrados a ver gente nuestra en los altos cargos del Estado, que toda novedad al respecto provoca imparables tsunamis de ilusión y esperanza. Pero bueno...

De Román Escolano, sucesor del ínclito Luis de Guindos, se sabe que es un técnico reputado, que ahora se convertirá en un tecnócrata consagrado. Poco más. Nació en Zaragoza de buena familia. Estudio fuera, y fuera ha trabajado durante lustros. En qué medida puede sentirse comprometido con Aragón es algo que habrá de verse. Supongo que las instituciones de la Tierra Noble intentarán aprovechar su presunto instinto identitario. Supongo también que encontrarán en él buenas palabras y una vaporosa comprensión. Escolano está en otro nivel y sirve otros intereses. La experiencia aconseja no echar las campanas al vuelo. En todo caso, siempre habrá tiempo para el alborozo... Si es que de esto sale algo verdaderamente positivo.

Aragón lleva demasiado tiempo viviendo en una especie de ensoñación, de alucinación perpetua que trufa la realidad de buenas noticias, de ilusiones y trampantojos téoricos. Somos, cual remedo del Ohio norteamericano, el laboratorio sociopolítico donde los promedios surgen como por arte de magia. En Huesca, famosos colegas míos, españoles y de otros países , reflexionaron sobre la actual situación del periodismo, sometido a unas agendas creadas por poderosos actores políticos y (sobre todo) económicos, viciado por una autocensura que en realidad nada tiene de sutil y lastrado por la desaparición del modelo de negocio (cuya reconstrucción se intenta con mucho afán y poco éxito) que ha debilitado a medios y periodistas hasta convertirnos en cosas frágiles y manejables en extremo. Qué me vais a contar a mí, pensaba yo mientras les oía. Pero, bueno, después de este 8-M se ha visto bien claro que no hay calma chicha ni sociedad sometida que no pueda verse alterada por tormentas inesperadas o revuelta por la movilización de quienes se sienten agraviados (o sea, agraviadas).

Las/los periodistas daremos guerra en nombre de la información veraz porque no sabemos hacer otra cosa. Aragón se desentenderá de los espejismos algún día porque es imposible hacerse el tonto por toda la eternidad. Y que ustedes lo vean.