Muy interesante, inteligente e ilustrativo me ha parecido el ensayo del profesor Jesús Pedro Lorente sobre Arte público en Aragón. Nuestro patrimonio colectivo al aire libre, un trabajo publicado por Rolde de Estudios Aragoneses que vale la pena leer y conservar como libro de consulta.

Titular del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, Lorente preside la Asociación de críticos artísticos y dirige un Observatorio Aragonés de Arte en la Esfera Pública, profesión, actividades y vocaciones que lo sitúan en un lugar de privilegio para atacar el novedoso ensayo que ha publicado sobre nuestro más visible patrimonio artístico, el que se exhibe en las plazas y calles de las principales ciudades aragonesas.

En clave de ensayo moderno, Lorente se hurta desde un principio a la tentación de formatear un nuevo y rectilíneo manual de obras cronológicamente expuestas, con sus respectivas fichas de autores, materiales, fechas, para barajar otros muchos elementos, históricos, políticos, estéticos, en busca de las razones que en un momento determinado motivaron a los Ayuntamientos, Diputaciones o al Gobierno de Aragón a engalanar sus vías con estatuas de hombres ilustres, efemérides y conmemoraciones bélicas o patrióticas, piezas de vanguardia, homenajes a la tradición, a los ríos o a las gentes de cualquier lugar donde ocurrieron hechos señalados.

El autor se fija y detiene en decenas de monumentos. Explicándonos, por ejemplo, en el caso de la Fuente de Neptuno, cómo se comenzó a diseñar a raíz de la invasión napoleónica, cuando aún no había fuentes públicas en Zaragoza, y de qué entreverado modo las sugerencias de Suchet, la figura de Neptuno y el juramento de la princesa heredera Isabel de Borbón acabaron confluyendo en la hermosa fuente que hoy seguimos admirando en el Parque Grande.

De ahí, por poner otro ejemplo bien distinto, saltaremos al Museo de Arte al Aire Libre de Hecho, aprovechando Lorente para recordarnos los orígenes de este entonces revolucionario concepto, su utopía de comunión con la naturaleza y sus fines inspiradores, creativos y didácticos.

La plaza del Torico, la Puerta del Carmen, la Sonrisa del Viento o el homenaje de Orensanz a Rubén Darío serán, entre otros muchos monumentos, objeto de estimulante reflexión... Un regalo.