El monasterio de Rueda puede ser visitado por los ciudadanos a partir de hoy después de que hayan concluido meses de trabajo para recuperar este importante conjunto monumental y sacarlo de la desidia y dejadez con la que fue tratado por la empresa concesionaria que lo gestionó hasta marzo del 2016. Tras una inversión de 650.000 euros, el Gobierno de Aragón, a través de Turismo de Aragón, recupera las visitas guiadas, con partes que hasta ahora nunca se habían expuesto al público.

Es el caso de la torre mudéjar (una excepción en un entorno gótico y barroco) y la cilla o almacén, que durante los tiempos en los que hubo una hospedería se convirtió en sala de fiestas para bodas. También el excepcional y complejo sistema hidráulico con el que se abastecía de agua el monasterio a través de una noria de 16 metros de diámetro, la de mayores dimensiones de la Europa medieval.

ALTA PRESENCIA INSTITUCIONAL

Un sencillo pero emotivo acto congregó al consejero de Vertebración Territorial y Turismo, José Luis Soro, al director general de Turismo, Jorge Marqueta, el Justicia de Aragón, Fernando García Vicente y diputados de todas las formaciones parlamentarias políticas (Pili Mar Zamora del PSOE, Ricardo Oliván del PP, Jesús Sansó de Ciudadanos, Gregorio Briz y Carmen Martínez de CHA y Héctor Vicente y Andoni Corrales de Podemos). Además, asistieron los alcaldes y concejales de los pueblos de la comarca de la Ribera Baja, que esperaban esta reforma y confían en que la recuperación del monasterio sirva como motor dinamizador de esta zona.

Soro reivindicó la enorme «rentabilidad social» de la inversión en un monasterio que «es un libro, que quien lo lea disfrutará de un elemento esencial de nuestro patrimonio cultural y colectivo y además aprenderá mucho del pasado, lo que es fundamental para entender el presente». Soro recordó que cuando los monjes benedictinos llegaron a Rueda en 1202 fueron fundamentales para la repoblación de esta zona, y hoy, ocho siglos después, esta reapertura puede volver a combatir la despoblación.

Los reponsables de turismo han organizado dos tipos de visitas al cenobio. Una con un extenso recorrido que dura 90 minutos y otra abreviada --sin que ello impida llevarse una visión ajustada del monumento-- de 45. Esta es completamente accesible, un aspecto en el que se ha pretendido estar a la vanguardia. Incluso hay una serie de maquetas que, conveniadas con la ONCE, permite a las personas con discapacidad visual conocer el complejo. Se recomienda reservar en el correo visitasrueda@aragon.es y el aforo es limitado a 50 personas. La visita larga cuesta 5 euros y la corta, 3. Los niños entran gratis. Salvo en verano, el resto del año abrirá viernes, sábados, domingos y festivos, a distintas horas, de diez de la mañana hasta la cinco de la tarde, media hora antes entre noviembre y marzo.

DOS RECORRIDOS

A lo largo del recorrido se atraviesan las distintas dependencias de un monasterio típicamente benedictino. Se propone un recorrido por el claustro para disfrutar de los capiteles, el pozo y el aljibe que recogía el agua de la lluvia. La sala capitular, el sobreclaustro y la torre mudéjar, a la que se accede tras 113 escalones y ofrece vistas de Escatrón y las huertas del río. A través de otras dependencias es fácil conocer cómo era la vida monacal a través de los dormitorios, los calabozos, el scriptorium (en cuyo suelo se puede contemplar el sistema de canalización que desviaba aguas a las letrinas y a las cocinas, el refectorio y la cilla.

El Monasterio de Nuestra Señora de Rueda es considerado uno de los máximos exponentes de la orden cisterciense en Aragón. Junto al monasterio de Piedra, Veruela y Casbas supone un punto emblemático, a orillas del Ebro, desde el punto de vista del patrimonio cultural y turístico. Las obras se iniciaron en 1202 y contó con importantes reformas en los siglos XVI-XVIII. De este edificio destaca la galería herreriana que une el palacio abacial con la obra medieval.

Una de las características más destacadas lo constituye la red hidráulica que, con el azud y la noria, creaba una trama para las funciones agrícolas y la vida cotidiana de los monjes. Todo el conjunto ocupa prácticamente cuatro hectáreas de extensión al lado del Ebro.