Arriba, las cumbres del Pirineo; abajo, las aguas del embalse de Búbal; enfrente, el precipicio atravesado por un cable metálico. Este es el entorno que se encuentra el visitante en la tirolina doble del valle de Tena, en Hoz de Jaca (Huesca), la más larga de Europa y que desde julio se ha convertido en un éxito de visitantes.

Una experiencia que acerca la sensación de volar entre montañas y que algunos días supera los 300 lanzamientos a velocidades cercanas a los 100 kilómetros por hora en un recorrido de cerca de un kilómetro de longitud.

El pequeño municipio oscense, de menos de cien habitantes, vive un verano intenso por los numerosos visitantes que se acercan para realizar la actividad, "una acogida muy buena" que ha superado las previsiones iniciales, como explica José Antonio Roig, uno de sus impulsores.

Roig detalla que la idea surgió "casi como una conversación de bar" mientras discernía junto a su socio, José Luis Salicio, hacer "algo rompedor en el valle, que no estuviera visto en España".

Este punto de partida les llevó a investigar el funcionamiento de las tirolinas, por lo que viajaron a Estados Unidos y México para conocer de cerca las mejores opciones y, tras ello, se decantaron por una canadiense por las semejanzas de clima y geografía con la zona.

Se trata de un modelo homologado en Estados Unidos con un sistema de frenado progresivo doble que, después de recorrer los más de 900 metros de distancia a una velocidad notable, ofrece una frenada suave.

Precisamente, la velocidad durante el descenso se va haciendo más patente conforme uno se acerca a la llegada, una referencia que permite hacerse a la idea de lo rápido que avanza, aspecto eclipsado en un primer momento por el inminente "despegue" y el paisaje que se abre al arrancar.

Unas vistas que son un gran atractivo para la actividad pero no el único, cuestión que se pone de manifiesto con las tiradas nocturnas que se realizan durante las noches de luna llena y de luna nueva.

En las primeras, es posible vislumbrar la silueta de las montañas a la luz de la luna, mientras que, en la otra modalidad, la oscuridad propicia una experiencia "más extrema", como describe Roig, ya que no hay referencias en el recorrido, lo que se traduce en "volar sin saber a dónde llegas".

Tampoco será el verano el único periodo en el que permanecerán abiertas las instalaciones, sino que funcionará durante todo el año y permitirá vislumbrar los distintos paisajes del valle de Tena, un entorno a juicio de Roig "muy bonito en cualquier época del año".

La iniciativa ha tenido muy buena acogida por parte de los habitantes de Hoz de Jaca, quienes han ofrecido su apoyo "desde todos los niveles" a esta actividad en la que todos sus trabajadores son del municipio y poblaciones cercanas.

Los lanzamientos resultan accesibles casi para cualquier persona, independientemente de su experiencia en deportes de montaña, ya que las indicaciones que deben cumplirse son mínimas y fáciles de entender.

Muestra de ello es que no existe un límite de edad, aunque sí de peso, para llevar a cabo un descenso que han llegado a completar dos ancianos de 82 y 89 años vecinos de la localidad oscense, las dos personas más mayores que se han tirado por la tirolina.

Al respecto, Roig explica que uno de ellos tiene la impresión de rejuvenecer cinco años cada vez que realiza un trayecto que ya ha completado en cinco ocasiones.