Es el poder de la mente. Las olas cerebrales traducidas al movimiento. "Estamos en la frontera del conocimiento", explicaba ayer desde Osaka (Japón) Javier Mínguez, profesor universitario que ha dirigido a un equipo de investigación que ha desarrollado una tecnología que por primera vez permite mover objetos con la mente a larga distancia y en tiempo real.

Así de sencillo. Desde Japón uno de los ingenieros, Carlos Escolano, con una especie de casco que mide sus ondas cerebrales ve a través de una pantalla lo que le transmite la cámara situada sobre un robot que se encuentra en el campus Río Ebro de Zaragoza. Miles de kilómetros de distancia entre ambos puntos. Escolano, sentado en una silla, rodeado de científicos de todo el mundo, fija su mente en un punto concreto de la sala en la que se encuentra el robot. Este interpreta el mensaje y se dirige hacia ese punto. Por medio esquiva un obstáculo. Lento pero seguro. Se detiene. Carlos marca un nuevo objetivo, salir del aula. El ingenio sigue la orden cerebral llegada desde tierras niponas. Se asoma al pasillo del edificio ADA Byron. Se para. Aplausos.

Es un experimento único. Un salto cualitativo importante respecto a lo que se había logrado hasta el momento. Ya no es necesario introducir dispositivos en el cerebro para medir e interpretar la actividad de este órgano. El equipo de investigadores zaragozanos lo hace desde el exterior. El margen de error es mayor. Pero la técnica es menos agresiva. Y el resultado extraordinario. Tanto que se ha creado ya una spin off que en unos años desarrollará productos que se comercializarán a partir de este técnica y dirigidos a la teleasistencia. En esta caso, el futuro ya está aquí.