La terrorista de los Grupos de Resistencia Antifascistas Primero de Octubre (GRAPO) Isabel Aparicio Sánchez falleció anteayer en la prisión de Zuera, donde cumplía una condena de 11 años y 8 meses por integración en banda armada. Fue condenada por la Audiencia Nacional en el 2007.

El deceso lo comunicó telefónicamente su pareja, Manuel Arango, que también cumple condena por el mismo delito, en el penal zufariense.

La mujer padecía, a sus 60 años, múltiples problemas de salud como "artrosis degenerativa, osteoporosis, problemas de respiración y sinusitis grave, desplazamiento de vértebras lumbares y hernia de disco", según recogían varias web de diversos colectivos de extrema izquierda. Estos llevaban meses denunciando la falta de tratamiento para las dolencias de la interna. No obstante, hacía vida normal en prisión.

Su cadáver fue sometido ayer a una autopsia en el IMLA (Instituto de Medicina Legal de Aragón) que será incorporada a las diligencias que tramita el Juzgado de Instrucción número 9 de Zaragoza para investigar las causas de su muerte, en principio debida a causas naturales. Los juzgados de guardia abren causas por todo fallecimiento que se produce en una prisión.

Aparicio, militante histórica del Partido Comunista de España Reconstituido (PCEr) desde 1975, mantuvo en el último juicio donde fue condenada --junto son su pareja y José Francisco Cela Seoane-- la desvinculación de su partido con la banda armada, pero la Audiencia Nacional no dio crédito a estos argumentos.

Antes, en 1981, ya había sido condenada a cuatro años de prisión por colaborar, en 1979, en el asesinato de Olegario Collazo Melón, a quien los GRAPO habrían confundido con un oficial de Policía, según se recogía en la prensa de la época.

Aparicio fue condenada en calidad de colaboradora, en un crimen por el que fue inculpado como autor material Alfonso Rodríguez García --condenado por ello a 25 años de prisión-- y como autor intelectual, José María Sánchez Casas, lo que le valió una pena de 22 años de prisión. Parte de estas penas serían reducidas años después por el Tribunal Supremo, al no considerar como indicios la tenencia de relojes y otros elementos, que habían sido considerados como materiales susceptibles de ser usados en la fabricación de explosivos.

TORTURADA

Según describía la propia Aparicio en una carta abierta publicada por diversos portales de internet, comenzó su actividad armada en los comandos de los GRAPO en el País Vasco, a donde llegó desde su Madrid natal. Allí conoció al dirigente Juan José Crespo Galende, Kepa, fallecido años después en una de las múltiples huelgas de hambre que protagonizaron los miembros de la banda.

Según aseguraba la mujer, tras su detención de 1979 fue torturada en la Dirección General de Seguridad de Madrid, por Antonio Pacheco, apodado Billy el Niño, el torturador franquista al que la Justicia argentina pretende juzgar ahora por sus crímenes en la dictadura.