Entre 1937 y 1978 la vida de muchas jóvenes españolas estuvo marcada por el Servicio Social de la Mujer, un instrumento de captación ideológica dependiente de la Sección Femenina que el régimen franquista había copiado de la Alemania nazi.

"El Servicio Social cumplía una clara función de adoctrinamiento político y de control social", afirma la historiadora e investigadora zaragozana María Pilar Rebollo Mesas, quien acaba de publicar un libro sobre el tema titulado El Servicio Social de la Mujer en la provincia de Huesca . "Difundía entre la población femenina --indica-- unos valores conservadores que relegaban a la mujer al papel de reproductora y ama de casa".

El Servicio Social debían realizarlo todas aquellas mujeres que pretendían entrar en el mundo laboral, dedicarse al estudio o, simplemente, obtener el pasaporte o el carnet de conducir. "Duraba seis meses --explica María Pilar Rebollo-- y se dividía en dos periodos, uno de formación religiosa, política y moral, y otro de prestación".

La fundación principal del organismo era transmitir los 26 puntos de Falange y la ideología de José Antonio Antonio Primo de Rivera.

"El Servicio Social de la Mujer --sostiene la investigadora-- buscaba conseguir afiliaciones a la Sección Femenina, pero, independientemente de su función adoctrinadora, lo cierto es que tuvo un indiscutible valor práctico, ya que enseñó oficios a muchas mujeres y prestó un servicio asistencial".

Pero su filantropismo se veía contrarrestado por la explotación laboral a que sometió a numerosas mujeres que se veían obligadas a trabajar sin obtener nada a cambio en hospitales y en multitud de organismos públicos.

"El Servicio Social de la Mujer --mantiene María Pilar Rebollo-- se extinguió a mediados de los años 70 porque su visión de la sociedad se había quedado completamente anticuada".

"De hecho, ya en sus principios era contradictorio que las instructoras del Servicio Social, unas mujeres que habían salido del hogar para estudiar y trabajar, trataran de inculcar a otras mujeres del medio urbano y rural la necesidad de quedarse en casa y de ser buenas madres y esposas".

"Con todo --apunta Rebollo a modo de balance--, el Servicio Social de la Mujer brindó ayuda a mucha gente que la necesitaba y facilitó formación en campos tan importantes como la higiene, la puericultura o la medicina".