Esther Cirac Royo llevaba casi 40 años viviendo en el número 36 de la calle Cereros de la capital aragonesa. Anteayer decidió quitarse la vida, el mismo día que una comisión judicial le había anunciado que iba a ser desahuciada, según la plataforma Stop Desahucios.

Esta mujer no esperó a que la echara de casa su casero, al que llevaba meses sin pagar, y prefirió acabar con su vida, después de quedarse totalmente sola. Su padre había muerto meses antes y su madre estaba en una residencia de ancianos.

Los vecinos de este edificio, situado en el Casco Histórico de Zaragoza, mostraron su sorpresa y lamento ante este trágico desenlace. "Desde que falleció su padre, ya no levantó cabeza y su convivencia con nosotros fue cada vez peor", señaló una de las residentes en el bloque de viviendas, quien no sabía que no había pagado el alquiler.

De hecho, muchos se mostraron extrañados con la situación de esta familia, ya que creían que eran los propietarios de la casa porque "vivían allí desde siempre".

El conserje sí sabía que iba a ser desahuciada. Se lo había oído a la cuñada de la víctima cuando se lo decía a la Policía Nacional que se personó en el lugar en el que se ahorcó esta mujer de 43 años.

El hermano de Esther Cirac fue quien puso en alerta a la Policía de que algo estaba pasando, ya que no le contestaba al teléfono ni le abría la puerta. Cuando llegaron los agentes descubrieron que se había quitado la vida ahorcándose.

Ante ello, Stop Desahucios convocó ayer una concentración para mañana, en la plaza de España de Zaragoza, a las 19.00 horas en "memoria de Esther y de todas las víctimas de este silencioso genocidio social".

Desde esta plataforma resaltaron que "decir que hay vidas en juego no es un eslogan publicitario, sino que los desalojos forzosos de las viviendas habituales someten a las personas y familias a una presión difícil de explicar para quien no se ha enfrentado a ella". "Es urgente una normativa aragonesa que impida los desahucios como el que sufrió Esther", señalan.