A simple visita parecen muñecos corrientes. Los hay de todos tamaños. Unos postrados en cama, otros en una camilla y muchos en el suelo. El realismo estremece. Los hay, incluso, con sangre en la cabeza o hematomas en las piernas. Junto a ellos, lo último en tecnología. Maniquíes y máquinas unidos por cables en busca del mayor parecido posible con la realidad. Es el aula de habilidades clínicas inaugurado ayer en el hospital Miguel Servet, un lugar que enseña a vivir.

Desde principios de año, más de 800 profesionales han pasado por una sala exclusiva. De hecho, apenas hay ocho más en todo el país. Su misión es que tanto alumnos como facultativos residentes o que deseen revisar sus conocimientos se capaciten de la mejor forma mediante sistemas de simulación que reproducen con total exactitud las situaciones clínicas que se van a encontrar en su día a día profesional. "Se trata de maniobras que requieren destreza y mucho entrenamiento previo, como ventilación, reanimación cardiopulmonar, partos, laparoscopias o prácticas de enfemería que, en ocasiones, pueden suponer la vida o la muerte", explicó el doctor Antonio Monreal, coordinador de la Unidad de Formación y Desarrollo Profesional del Sector II.

Los simuladores, cuyo precio oscila entre los 600 y los 20.000 euros, ponen a disposición de los facultativos lo último en tecnología para "aportar la máxima seguridad destinada a evitar errores por falta de experiencia", indicó Monreal, que aseguró que "en tres o cuatro años hemos recuperado en vidas la inversión realizada y lo hemos hecho con creces".

Entrenamiento

Porque la simulación permite la repetición de maniobras básicas, como tomar una vía, realizar una infiltración, intubar a un paciente politraumatizado, asistir un parto complejo o ejecutar una reanimación cardiopulmonar, una de las que requiere de un mayor entrenamiento. "Está demostrado que las habilidades de estudiantes y especialistas han mejorado mucho gracias a estas técnicas, que empezaron hace casi una década en Estados Unidos".

Pero la simulación no solo se aplica a casos graves como meningitis, reanimaciones o politraumatismos. También permite la adquisición de habilidades para médicos de familia, que, de este modo, practican técnicas relacionadas con el oído o la vista.

Incluso hay maniquíes que vomitan, suspiran o cambian el gesto cuando se le aplica una técnica. También una reproducción de un viente materno y un feto que reproduce con exactitud un alumbramiento. A su lado, un muñeco se recupera de un infarto y otro finge una taquicardia. Nada es real, pero salva vidas.