Hoy hace 896 años, Alfonso I el Batallador entró en Zaragoza junto con sus tropas para recuperar la ciudad y liberarla de los musulmanes. Era el 18 de diciembre de 1118 y las milicias tomaron posesión del palacio de la Zuda, recuperando así un enclave estratégico de la península.

Hay momentos de la historia, como este, que perduran en los libros para siempre, pero algunos tesoros de la época parecen desaparecer por la desidia de muchos. Mientras el recuerdo del Batallador queda intacto no lo hace el escenario, ahora abandonado, desde donde partieron las tropas cristianas: el castillo de Juslibol.

Esta fortaleza, declarada bien de interés cultural (BIC) por el Gobierno de Aragón es conocida en la actualidad como el picote de San Martín y tan solo se conserva un muro que despunta sobre los escarpes cerca de la iglesia parroquial del barrio rural. El conjunto militar perdió una de las dos paredes que quedaban en el 2005 y no se ha realizado ninguna rehabilitación --antes tampoco-- si bien se trata de un bien del que existe un estudio exhaustivo realizado por arqueólogos.

Desde algunos blogs, como en el El Cado de Chorche, reclaman que se lleven a cabo catas arqueológicas en la zona y que, con motivo de la cercanía del noveno centenario --en 2018--, se acondicione un cartel informativo y un sendero de acceso a las ruinas de la fortaleza, ya que consideran importante dignificar el patrimonio cultural aragonés sea cual sea su estado de conservación.

Pero a pesar de que para algunos el interés histórico y patrimonial del castillo es importante, no ha parecido serlo tanto para agentes como el Ayuntamiento de Juslibol. La alcaldesa del barrio rural asegura que "nunca se ha hecho nada" con la fortaleza y que "siempre han estado las dos paredes hasta que cayó la otra". Además afirma que "nunca se ha hecho inversión por parte del ayuntamiento ni hay previsiones de que así sea porque está muy derruido" aunque anuncia que recientemente han mantenido contactos con agentes vecinales donde se ha hablado sobre este conjunto.

Y aunque la excusa es que el castillo "está muy derruido", desde la Asociación de Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés (Apudepa) recuerdan que según la legislación vigente, asumida por esta comunidad en 1999, los propietarios del castillo deben protegerlo "sea cual sea el estado de ruina" y si no es así, las autoridades competentes deberán obligarles.