Parece que en Aragón la izquierda va entendiéndose un poco mejor. Aunque las citas entre PSOE y Podemos ya no sean tan a ciegas, todavía están lejos de la pasión. Tales encuentros se producen, de hecho, ambas partes se dan día y hora, hablan de sus preocupaciones y números, van cambiando una partida por aquí, readaptando un presupuesto por allá... ¿Sembrando el bosque de migajas para volver a la senda de la alianza, al camino que lleve a la casa común de la izquierda? No, tampoco parece...

El Aragón de Lambán, en fin, va cerrando sus presupuestos con un trimestre de retraso mientras en la España de Rajoy todo sigue igual, retrasado, demorado, congelado, sin presupuesto y sin otro proyecto de país que el de permanecer en todo aquel lugar de donde no nos expulsen.

Don Mariano, que jamás se pierde en el bosque político, simplemente porque no sale de la casa común de la derecha, donde se vivía muy bien, hasta que ha ingresado ese nuevo vecino, Albert Rivera, un poco, conforme a su edad, bullanguero y reivindicativo, ya va hablando de prórroga presupuestaria, qué remedio, con vistas a ir tirando, salvar la situación, los muebles, esperar a que escampe sin necesidad de convocar nuevas elecciones. Rajoy, además de ese nuevo vecino, Albert, que tan mal se lleva con el de la comunidad de Murcia, no tiene moscardones ni mosquitos que le den la serenata o la taba con vetos y condiciones. Si los tuviera, tampoco los espantaría, invitándoles a revolotear hasta cansarse, como a Maduro, tan faltón, y otros presidentes de la vecindaz.

Los vecinos europeos, antes tan críticos con la forma de vida española, que si gastamos mucho y reciclamos poco, que si la corrupción y el paro, cuentan ahora un poco más con Rajoy porque el inquilino inglés se ha ido sin pagar. Al haber menos socios habrá menos renta, más deuda... ¿Qué hacer, endeudarse, recortar, venderle a Trump las cuatro empresas que quedan?

La clave de la convivencia europea puede estar en Mariano, hoy el triunfador de la crisis y de la izquierda. «Nada», les explicará el presidente español a sus homólogos. «Ésa es mi fórmula. No haciendo nada, nada sucede, y al no suceder nada, todo sigue igual, el partido, el país, el presupuesto, incluso uno mismo». ¿El brexit? Nada. ¿Podemos? Nada. ¿Trump? Nada.

La nada. El tiempo. Rajoy.