Un político que no es especialmente complejo, Fernández Maíllo, del PP, ha acusado a Pedro Sánchez y a esa izquierda que los populares opinan representa este PSOE de populismo y simplismo. Recordando un tanto dicha simplificación al actual movimiento del feísmo en la moda, tendencia que, sin renunciar a su esencia divulgativa, elimina toda sofisticación para vender arte, elegancia o reclamar apoyos (electorales) con las armas de la realidad más cotidiana, sin ocultar la vulgaridad. Ese paso más, el siguiente por el precipicio del descrédito, es el que Pablo Echenique ha recomendado dar a Sánchez y a los socialistas. Que en lugar de subir los sueldos de los diputados un 0,25%, en línea con las pensiones, los rebajen bastante más, a fin de que los políticos puedan sentirse como ciudadanos corrientes, mileuristas bajo la amenaza de la marginación, la ejecución hipotecaria, la intemperie o el paro...

Al margen de esta esgrima parlamentaria, bastante simple, a tres bandas, hay ciertos comportamientos en los que el simplismo y el feísmo se dan la mano.

Ha sido recientemente el ejemplo (malo), de algunos concejales de Manuela Carmena, acusando a la policía municipal madrileña y a policías nacionales de agredir a los africanos de Lavapiés, como si fueran, más que representantes de las fuerzas del orden, una banda de mercenarios racistas a sueldo de un gobierno intolerante... No siendo, en esa realidad de Lavapiés y en la suya propia, que no son feas ni simples, no siendo en la cotidiana realidad de sus funciones y actividades otra cosa que funcionarios públicos (los policías) y ciudadanos (los senegaleses regulados), con sus derechos y obligaciones, sus buenos y malos momentos, compensaciones y riesgos. Estos policías, guardias civiles, oficiales del Ejército español no tienen nada que ver, hace ya muchos años, con las fuerzas franquistas, con los grises y golpistas. De la misma manera que los ciudadanos de Lavapiés nada tienen que ver con un régimen de esclavitud, aunque sí con la explotación de mafias a las que debe combatirse. No hay policía bueno ni malo; simplemente, funcionario que cumple o no. No hay senegalés bueno ni malo; simplemente, ciudadano que cumple o no. Si hubo delito por parte, denúnciese. Si el delito fue falsa acusación, denúnciese. Si hay un problema de racismo en Lavapiés, solvéntese. Si hay un caso de racismo policial, sanciónese. El resto es demagogia.