La asociación Bebés Robados Aragón no se reunirá hoy, como cada fin de semana, para visibilizar su lucha en la plaza del Pilar, ante la falta de quorum por el puente festivo. Pero quiere dejar constancia, siquiera mediante cartas, de que en el día de la madre estas siguen buscando.

Es el caso de Agustina Olmo, que dio a luz el 2 de enero de 1984 en la clínica Montepellier a un hijo al que ella no vio, porque le aplicaron anestesia general, pero que le dijeron que había muerto. Su ahora exmarido le explicó que él sí le vio vivo, pero la monja le dijo que "estaba muy malo" y le iban a dar las aguas de socorro.

Nunca le cuadró la muerte de su hijo, pero no sospechó nada hasta que, una vez divorciada, al acudir a la Seguridad Social le informaron de que, aunque su hijo hubiera muerto, le correspondía una determinada paga por haber tenido tres. Fue entonces cuando descubrió que su hijo no figuraba en el libro de familia. "Le dijeron a mi marido que ya que iba a morir, que para qué lo iban a apuntar". Solo más tarde descubrieron que esto no es normal.

Esto fue en el 2011, y desde entonces lucha porque al menos le dejen ver su expediente, porque no consta ni que diera a luz allí. El ginecólogo que la atendió le aseguró que destruyó sus archivos al jubilarse.

El problema del acceso a los archivos es uno de los que más preocupa a la asociación, según explica Beatriz García, su abogada. "Es un tema fundamental ahora, porque no te dan copia ni de tu propio historial médico. Están obligando a la gente a ir a los juzgados, y hay casos en los que ni siquiera aparece que hayan dado a luz en las clínicas, es gravísimo", apunta.

Para la letrada, tras varios años trabajando en el tema, el asunto "no es una trama organizada pero sí un modus operandi generalizado", motivado por las circunstancias sociales de la época --la presión de tener hijos-- y probado en un perfil de madre primípara, sin familia que pudiera visitarla y con ciertas carencias culturales.

García advierte que, contrariamente a lo que pueda creerse, actualmente todas las causas que manejan están vivas, aunque avancen por distintas vías (penal, civil o una simple rectificación del asiento del registro civil). Casos como el de María, que recientemente encontró a su hija en Castellón, les dan fuerzas para continuar.