El progreso, los avances tecnológicos, el estado de bienestar… la evolución de nuestra sociedad no son gratuitos. La factura que estamos pagando es demasiado alta. La contaminación ha traído el cambio climático, las nuevas tecnologías a veces nos llevan a una deshumanización cada vez más patente. Se favorece más la información que la formación. Se resta importancia en el currículo escolar a las humanidades, la filosofía, la música, el arte… frente a otras materias frías que nos desconectan de aspectos tan necesarios y vitales como las emociones. ¿Cuánto tiempo dedican diariamente nuestros hijos a los juegos electrónicos? ¿Qué tiempo invierten en relacionarse con otros niños? De 0 a 6 años es posiblemente la etapa más importante de nuestras vidas, en la que adquirimos nuestra base emocional y somos auténticas esponjas. ¿Cuánto tiempo hemos dedicado a jugar con nuestros hijos e hijas, simplemente por placer, cantando o recitando retahílas de siempre… incluso nuevas o inventadas? Sin embargo, en esta misma etapa, ¿cuántas horas de televisión consumen? ¿Cuánto hace que no vemos a niños y niñas jugando en la calle?

EL PERIÓDICO DE ARAGÓN inicia mañana un coleccionable por fascículos sobre juegos tradicionales infantiles en Aragón con el que queremos rescatar de la memoria los pasatiempos más comunes de pasadas generaciones, desconocidos para la mayoría de los niños de hoy. Un universo lúdico que forma parte de nuestra propia identidad, hechos cotidianos heredados. Pequeños grandes tesoros que se plasman en este coleccionable, otros tantos o más descansan en la memoria de nuestros mayores o en algún granero en el baúl de los olvidos.

«El primer objetivo de la obra no es para que ahora nos pongamos todos a jugar a los pitones, a las calderetas o a civiles y ladrones, que no estaría mal. Sino simplemente para que, entre otras cosas, sirva para mostrar mi gratitud y reconocimiento a todas aquellas yayas y yayos que nos han brindado su paciencia y amabilidad para contarnos juegos, canciones y retahílas» explica el autor Fernando Mestro.Los juegos tradicionales, nuestros juegos, han estado estrechamente unidos al lugar donde se vive. El niño se adapta al entorno y este se convierte en su lugar de juego. Calles, plazas y los alrededores del mismo son una ludoteca llena de vida con numerosas propuestas. Un entorno cercano y propio que se conoce y reconoce.

A priori, puede dar la impresión de que esta obra es atemporal y que no tiene espacio fuera de un entorno rural; sin embargo, bastaría con valorar los juegos como lo que son: una necesidad biológica propia, aunque no exclusiva de la infancia, una herramienta para aprender normas y valores, un instrumento transversal multidisciplinar como propuesta educativa desde la escuela.

Para hacer posible esta aventura, Maestro ha contado con la colaboración de la profesora de la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza Carmina Fernández Amat, que ha llenado la publicación de pentagramas, negras y corcheas, con las cancioncillas que acompañan a muchos de los divertimentos, y con Amparo Ortilés, la autora de las encantadoras acuarelas que ilustran el coleccionable, unas pinturas que por si mismas dan valor al conjunto de la publicación.

La obra, que consta de 192 páginas y recopila más de un centenar de juegos y canciones, está ideada para el difrute. Nos gustaría que se utilice, pero sobre todo que sirva para que cada uno ponga en valor nuestro propio espacio lúdico, recuperando numerosos juegos que aquí no aparecen, pero que seguramente evocaremos al leer estos, tirando del hilo de la memoria.

«Sería fantástico que alguien tuviera la idea de quedar un día con los amigos y amigas, independientemente de la edad, y volver a nuestros pueblos a jugar en la calle, o que los de Zaragoza, Huesca y Teruel intentaran a través de los juegos recuperar su barrio», concluye Maestro.