--A ver, a ver, yo creo que si me estiro un poco puedo llegar a verlas. ¿Las ves tú, desde ese lado?

--Nada, desde aquí, no se ve nada. Espera, espera, parece que sí, que veo una lucecica.

--No tenéis ni idea, estáis mirando el lado equivocado del río. Es a este lado al que se ve la cofradía.

--Total, ¿para qué nos sirve estar tan altos? ¿Somos leones o topos? Agudizad la vista y seguro que las veréis, ¡al menos las que pasan por delante de nosotros, chicos!

Esto es una locura, y siempre es igual, lógico, por otra parte, somos cuatro y somos iguales, y cada uno mirando para un lado distinto, como hablemos todos a la vez, aquí no se aclara ni el Tato. Y venga discusiones y venga distintos puntos de vista y venga diálogos de besugos que no nos llevan a ninguna parte y venga cabezones que somos, que ninguno quiere bajarse de su pedestal, claro, somos aragoneses y eso marca.

Una cosa está clara, estar tan alto nos da un punto de vista distinto de lo que pasa bajo nuestras atalayas, por descontado que lo vemos todo desde arriba, pero sin ánimo de prepotencia, desde aquí lo vemos todo clarísimo, lejísimos, eso sí, pero clarísimo. Si miro hacia los Enlaces, puedo entrever por las calles de Oliver el sentido y querido Vía Crucis de la cofradía de la Llegada de Jesús al Calvario, saliendo de la parroquia de la Coronación de la Virgen. Las gentes del barrio se vuelcan con esta cofradía, abarrotando sus calles estrechas y serpenteantes.

Me cuenta mi compañero, el de mi izquierda, que tiene un "tiro de cámara" distinto. Desde su lado contempla de nuevo a la Hermandad de Nazarenos de la Humildad, que hoy vuelve a salir por las calles del barrio de la Magdalena, desde el convento de Santa Mónica, para realizar otro Vía Crucis, con su estilo andaluz y el suave bamboleo de su andar de costaleros envuelto en filigranas de incienso y plata.

Si miro un poco más allá y me estiro un poquito, lo que el bronce me permite, que es poco, alcanzo a ver en el barrio de Torrero a la cofradía de La Crucifixión, hoy saca esa pequeña peana con el Abrazo de san Francisco, un curioso paso que representa al fundador de la orden franciscana abrazando una cruz con un Cristo que se desclava para devolver el abrazo.

Vaya, no se crean ustedes que no es cansado estar todo el día en una postura tan pomposa, estirando el cuello y el rabo para parecer todavía más poderoso. A uno llega a dolerle hasta el último pelo de la melena, que con el cierzo que corre en este puente, no crean que no tiene mérito mantener cada pelo en su sitio.

Sinceramente, ya me canso de estirarme, así que voy a mirar más cerca. Ah, sí, ahí está, saliendo de San Felipe, la cofradía Jesús de la Humillación, hoy le dedica su procesión a María Santísima de la Amargura, realmente, si uno se fija con detenimiento, su talla muestra una sincera amargura en su delicados rasgos.

Por el otro lado del puente, en la margen izquierda, desde la sencilla parroquia de Altabás, viene para cruzar bajo nuestras patas, la cofradía del Santísimo Ecce Homo y Nuestra Señora de las Angustias. Sencilla, austera, puramente aragonesa, repartiendo olor a romero, manteniendo viva la tradición de las matracas dentro de este mundo cofrade lleno de bombos y tambores. Este año su paso será acompañado por un piquete de tambores cedido por la cofradía de las Siete Palabras ¿algo está cambiando en esta cofradía o es una de esas anécdotas que pasarán a las crónicas de historia como hito puntual? Habremos de esperar al año que viene.

Esta noche es noche de encuentros, y digo encuentros y no encuentro, pluralizo, sí, y lo hago a posta, puesto que, en realidad, esta noche se dan dos encuentros, uno, el que da nombre y sentido a esta noche, el que se realiza en la plaza del Pilar a la medianoche entre las cofradías de la Dolorosa y Jesús Camino del Calvario, partiendo la primera desde San Cayetano, en una salida más que recomendable para ver y desde Santa Engracia la segunda. Se unirán en la plaza del Pilar, como se encontraron en su tiempo los personajes reales que hoy se recrean. Pero un segundo encuentro, más corto, un poquito antes de la medianoche, diez minutos antes si cabe, el que se realiza cuando el Ecce Homo se encuentra con la Dolorosa, justo después de cruzar el Ebro, camino de su encierro en San Felipe, con las matracas al cielo y las grandes matracas de campanario retumbando en la plaza.

Coordinador de Ámbito Cofrade