El pueblo de Artieda, en el Prepirineo zaragozano, sufre desde hace años una gradual pérdida de habitantes que su ayuntamiento se ha propuesto detener. Con la ayuda de instituciones de distintos ámbitos, desde la comarca de Jaca (a la que pertenece) hasta la Diputación de Zaragoza y el Gobierno de Aragón, puso en marcha hace un año un plan para captar nuevos residentes.

Los fondos se obtuvieron de las ayudas a la contratación de personas jóvenes, en este caso un psicólogo y un sociólogo que se encargaron de elaborar un estudio sobre la situación de la localidad.

Además, los recursos sirvieron para instalar un acceso de calidad a internet en los edificios municipales y se abrió una oficina de cotrabajo. También se adecuaron dos alojamientos para acoger a los que llegaran atraídos por la oferta.

«Corríamos el riesgo de desaparecer, como les pasa a muchas poblaciones de zonas rurales», afirma Javier Solana, alcalde de Artieda, que en la actualidad cuenta con 70 vecinos. «Teníamos que hacer algo que facilitara la instalación de jóvenes de ambos sexos, entre 25 y 30 años, y para ello había que ofrecerles las condiciones necesarias para empezar una actividad», explica.

Así se diseñó el proyecto Empenta Artieda, que, de momento, ha atraído a seis nuevos pobladores: cuatro personas que se harán cargo del albergue local y de un cámping en construcción, un sociólogo que trabaja en el programa y un periodista que ha lanzado una publicación digital, la revista Cima Norte.

Este resultado es fruto de un trabajo concienzudo que ha pasado por varias fases y que se ha desarrollado dentro de un proceso participativo. El punto de arranque fue un diagnóstico de la situación que detectó los problemas existentes en materia de empleo, vivienda y socialización.

A continuación, se realizaron una serie de acciones para paliar los puntos débiles y ahora el plan es objeto de seguimiento por parte de un grupo donde están representadas diversas entidades.

Este trabajo bien hecho ya va dando frutos y Solana cree que podría aplicarse a otros territorios en proceso de despoblamiento.

Artieda no es un pueblo más. Existen factores que lo diferencian de otras localidades rurales. Para empezar, se ha visto afectado por las obras de recrecimiento del embalse de Yesa, que le ha privado de 250 hectáreas de tierras de cultivo, 150 de ellas dedicadas a huerta en la ribera del río Aragón.

Además, se halla en el Camino de Santiago aragonés y muy cerca de la autovía A-21, que cuando esté terminada facilitará la comunicación con Pamplona, Sangüesa y Jaca, ciudades donde en la actualidad trabajan algunos de los vecinos de Artieda y de los pueblos cercanos, como Mianos, Sigüés y Salvatierra de Esca.

Por otro lado, el pueblo ya dispone de una carpintería metálica y de varias viviendas de turismo rural, lo que genera cierta actividad y asegura ingresos a los habitantes.

HOSPEDERÍA / El albergue del municipio registra una media de 1.500 pernoctaciones al año. Pero el alcalde considera que este servicio posee «un enorme potencial por desarrollar» y aumentar el turismo en la zona. De hecho, el pueblo se halla a unos siete kilómetros de Ruesta, donde termina la tercera del Camino de Santiago en Aragón, que empieza en Arrés.

«El camino lo recorre gente con capacidades y ritmos de marcha muy distintos, por lo que ya no se habla de etapas sino de recorridos a medida», asegura el primer edil. Ahora bien, Solana considera que se debe hacer un intenso esfuerzo de promoción para incrementar el número de peregrinos que opta por la Vía Jacobea que discurre por el norte de Aragón.