El cambio climático comienza a hacer estragos en el medio ambiente de una forma cada vez más evidente. En la comunidad aragonesa, tanto la flora como la fauna se han visto afectadas. Las temperaturas más altas de lo habitual y la falta de precipitaciones de estos últimos meses han provocado la aparición de más plagas, y cada vez hay más especies en peligro de extinción por la llegada de otras nuevas.

En Aragón existen alrededor de veinte especies exóticas invasoras que presentan un nivel alto de peligrosidad. Entre ellas destacan el ailanto, la hierba de la Pampa, la almeja de río asiática, el mejillón cebra, el cangrejo americano o el galápago de Florida. La mayor parte de ellas proceden de América del Norte, Asia central y la región mediterránea.

En el Pirineo, la especie de flora exótica más abundante es la falsa acacia, que se expande intensamente en algunas riberas, como en varios puntos de los ríos Cinca y Ésera, pero sobre todo en el Aragón y el Gállego. También abunda en la cordillera pirenaica el lilo de verano. En los bosques es donde se halla la situación más grave, ya que unas especies arbóreas nuevas están suplantando a otras, que eran las dominantes, beneficiando su desaparición. Ese es el caso de los abetos, que no pueden sobrevivir sin frío ni lluvias, y que están siendo sustituidos poco a poco por las hayas, que aguantan mejor este nuevo clima.

Estos nuevos inquilinos y el cambio de clima de los últimos años han provocado que algunas de las especies autóctonas se hayan visto obligadas a adelantar o modificar sus ciclos vitales para sobrevivir. Es el caso de algunas aves, que han realizado un cambio de migración (en altitud y en latitud), lo que supone una variación en su desarrollo.

Tanto la agricultura como la vegetación han sido especialmente castigadas por estas altas temperaturas. Entre otras consecuencias, ciertos tipos de cultivos están volviéndose más sensibles, y las heladas de estos últimos días los han debilitado todavía más. Así lo ha constatado el director del Centro de Sanidad de Certificación Vegetal, Emilio Betrán: "Determinados tipos de cultivos se han visto afectados en cuanto a sus ciclos, que se han anticipado". Es el caso de las plantaciones frutícolas (especialmente el almendro), y del cereal, el cual se ha visto gravemente devastado. Además, este año hay un alto riesgo de pérdida de la cosecha.

Otra secuela importante de las condiciones meteorológicas ha sido la expansión y el cambio de mutación de algunas plagas, como las orugas procesionarias, que han comenzado a evolucionar mucho antes de lo esperado. "Al no existir bajas temperaturas durante el invierno, estos insectos no tienen necesidad de protegerse, por lo que comen y están aumentando de tamaño", ha explicado el jefe del Servicio de Planificación y Gestión Forestal, Miguel Ángel Ena. Se trata de un tipo de oruga muy común en los bosques aragoneses, caracterizada por tejer sus nidos en las ramas de los árboles, formando unas bolsas colgantes. Muchas de ellas ya han salido de sus refugios y comienzan a enterrarse en el suelo, lo que suele ocurrir dos meses después. Así, para marzo ya estarán totalmente formadas como mariposas (esto tendría que ocurrir entre mayo y junio). El resultado de la aceleración de su proceso vital es una defoliación masiva de algunas especies arbóreas, sobre todo el pino, que ha comenzado a debilitarse de forma alarmante.