Hasta ahora, el único elemento que había suscitado una comunión general en las esferas sociopolíticas de Aragón y Cataluña era la cerrada defensa del Ebro. Pero en la permanente deriva soberanista, la Generalitat de Cataluña ha decidido utilizar el plan hidrológico de la cuenca para sumar a su cuaderno de agravios respecto al resto del Estado uno más y de paso abrir un nuevo frente victimista y despectivo frente a Aragón. Lo hizo recientemente el presidente de la Generalitat Artur Mas y posteriormente fue ratificado en el Parlamento catalán por su consejero de Medio Ambiente, Santi Vila, al acusar a Aragón de apropiarse de agua para regadíos excesivos y para una demanda superior "a su capacidad productiva".

Todo por la legítima opinión de que el delta del Ebro recibirá anualmente muchos menos hectómetros cúbicos de los que garantizarían su supervivencia y la actividad económica en este tramo final del río. El plan --consensuado con todos los agentes y comunidades-- garantiza 3.200 hectómetros cúbicos anuales frente a los 7.000 que reclamaba la Generalitat. El asunto está ya denunciado en Europa.

Este nuevo desprecio --olvidando que la capacidad productiva de Aragón fue esquilmada por gobiernos centrales precisamente no democráticos que prefirieron favorecer la industria agroalimentaria y fabril catalana frente a la aragonesa-- se suma a los numerosos frentes abiertos entre Aragón y Cataluña: los bienes del arte sacro, el patronato del Archivo de la Corona, la travesía central o las constantes falsificaciones de la historia y la geografía. A su vez, la polémica por el Ebro no hace sino alentar el anticatalanismo creciente en la comunidad, tanto social como políticamente, en especial por el Gobierno de Aragón que siempre que puede lanza sus críticas contra la política catalana o ha aprobado leyes tan cuestionadas como la de lenguas tan solo para evitar menciones al catalán. En tres años de Gobierno popular en Aragón, este ha sido incapaz de desencallar estos asuntos, de los que hizo cruzada política durante la oposición y que siguen igual que antes de su llegada.

La presidenta Luisa Fernanda Rudi ha sufrido el desplante de Artur Mas al no recibirle este a pesar de que Rudi --como corresponde en las relaciones de vecindad-- ha solicitado en más de una ocasión una entrevista oficial. Tampoco las relaciones entre consejeros son ágiles y el frente de la financiación volverá a enfrentar en breve a Aragón con Cataluña. Rudi, eso sí, ayer visitó de forma conciliadora Cataluña, para reunirse con los aragoneses que han encontrado en esta comunidad la hospitalidad y generosidad que --antes de que algunos políticos enrarecieran todo-- siempre ha distinguido a Cataluña.