--¿Cómo surgió la idea de hacer un libro sobre Casablanca Histórico?

--Un día recibí una llamada de Heriberto Navarro, de Ediciones 94, quien me indicó que por impulso suyo y de la junta se había decidido hacer un libro sobre el barrio, pero algo especial, basado en los recuerdos de los más mayores que viven en él. De ahí su título, Recuerdos de Casablanca.

--Y aceptó...

--Sí. Desde hace casi tres años hago la Crónica de Casablanca, que edita EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, y en este tiempo los vecinos y las asociaciones de la zona me han hecho sentir como en casa, así que no lo dudé, porque parte del trabajo era entrevistar a personas que han visto cómo cambiaba el barrio en estos años. De este modo, sus vivencias no caerán en el olvido. El proyecto me enganchó desde el principio porque me pareció muy bonito e interesante.

--¿Qué vieron todas esas personas?

--Cómo se llenaba de bloques de pisos, de calles e infraestructuras el barrio. No hay que olvidar que Casablanca pasó a integrarse en la ciudad de Zaragoza en mayo de 2003. Hasta entonces había sido un barrio rural.

--¿Qué cambios ha sufrido en estos años?

--Muchos. Casablanca ha dejado de ser una zona agrícola, regada por el Canal Imperial, para ser un apéndice más de la capital aragonesa, una zona con servicios, aunque los vecinos siguen reivindicando muchos de ellos, como zonas deportivas o colegios públicos.

--¿Cómo es eso?

--Resulta paradójico, pero Casablanca Histórico no tiene ningún colegio público, a pesar de ser la zona de Zaragoza, junto con Romareda, que más centros educativos concertados y privados tiene. Lo mismo sucede con los espacios deportivos de la zona, con ejemplos como el Stadium Casablanca, que se fundó en 1948, o El Olivar, ambos para asociados. En los espacios que hoy en día ocupan había hace años campos de trigo, olivares y huerta. El Mercado Central se abastecía, en su mayor parte, de productores de esta zona que llevaban la fruta y la verdura en carros hasta ahí todos los días.