El buen rollo se palpó desde que el ministro salió del coche. Allí, en una de las puertas del edificio de Ibercaja, llevaban un rato esperando el presidente Lambán, junto al alcalde de Zaragoza Pedro Santisteve, su homóloga de Teruel, Emma Buj, el delegado de Gobierno Gustavo Alcalde, el presidente del Consejo Aragonés de Cámaras Manuel Teruel, o el rector José Antonio Mayoral, entre otros.

De la Serna repartió sonrisas y saludos a propios y extraños, pero no tardó en acercarse a Lambán, con el que compareció ante la prensa. Ambos se intercambiaron parabienes en un ambiente marcado por el buen rollo. «Siempre hemos pretendidido una lealtad recíproca y la relación con el ministro de Fomento es fluida y muy positiva», admitió Lambán, que aseguró no haber encontrado en De la Serna «más que comprensión». «Comparte la estrategia aragonesa», aseguró, con continuas miradas de complicidad dirigidas hacia De la Serna.

Incluso, el presidente invitó al ministro a devolver, si quiere, la fuente de los incrédulos que Lambán le regaló en su primera visita a Zaragoza en un acto cargado de simbolismo. «Los compromisos y plazos se van materializando puntualmente», admitió.

El ministro asentía y sonreía. De hecho, solo discutió a Lambán el porcentaje del PIB que representa el territorio atravesado por el corredor. Lambán había cifrado en el 21%. En su intervención, el ministro matizó que «en mi diapositiva tengo que es el 17%. Pero tampoco este dato era el correcto, como el representante del Gobierno estatal reveló poco después, ya en pleno acto. «Ninguno de los dos hemos acertado. El PIB correcto que engloba todo el territorio del corredor es del 27%», afirmó ya sin dudas.

O quizá todo respondía a una estrategia para transmitir un mensaje de unión. La que representa un corredor que vertebra a seis comunidades autónomas y la que, según ambos, necesita el país para hacer frente al conflicto catalán. «Ya le dije al presidente nada más acceder al cargo que este proyecto era prioritario para el ministerio y así lo hemos demostrado», apuntó el ministro, que insistió en subrayar la «colaboración muy positiva» que, asegura, ha encontrado en el Gobierno autonómico «sobre todo para los aragoneses».

La cordialidad presidió todo el acto. Ni una mala palabra, ni criticas ni mensajes velados. Todo fueron manos tendidas. Un escenario extraño en plena marejada.