La reconversión de los 37.000 metros cuadrados de los antiguos depósitos de Pignatelli en zona verde, para duplicar el parque contiguo que lleva el mismo nombre es, al margen de la oportunidad, las formas o el discurso de parálisis frente al bloqueo que se ha instaurado en el Ayuntamiento de Zaragoza. Es la enésima esperanza de futuro para un rincón olvidado. Pocos ciudadanos imaginan que bajo su losa de hormigón hay espacios que en su día albergaron exposiciones, o que se pensó retomar y ampliar ese fin para la Capitalidad Europea de la Cultura que al final se fue a San Sebastián. Pero sus posibilidades de reconversión, siendo múltiples, no le han servido para evitar que sumara once años de ostracismo.

Lo mismo se podría decir de otros muchos inmuebles a la espera de una oportunidad. Pero hoy es el paradigma de las complicaciones políticas que tradicionalmente dejan en la estacada estos vacíos urbanos. En esta ocasión se critica que Zaragoza en Común (ZeC) abra a la participación vecinal el futuro uso. Un proceso que se inicia hoy con una visita a las instalaciones a las 17.30 horas. Con salida a las 17.30 horas desde el Centro Público de Educación Personas Adultas Casa del Canal (en el paseo Cuéllar, 6). Pero en el pasado fue IU el que vetó la intención del PSOE de poner el suelo en el mercado para obtener cuantiosos ingresos con su venta.

Un suma y sigue de la política de toma y daca que deja estos rincones del olvido sometidos nuevamente al paso del tiempo. A pesar de que ahora los zaragozanos pueden saber, con detalle, su valor, lo que tiene realmente esta losa, su importancia histórica y su inexistente uso, tapiado y al alcance de vándalos.

Pocos recordarán cuando se hable de estos depósitos que dejaron de funcionar cuando esta fuente de abastecimiento de agua en la ciudad quedó sin uso en el 2005 cuando fue sustituida por la existente ahora en Valdespartera. O formó parte de la primera infraestructura hidráulica de Zaragoza, que conectaba directamente con la fuente de la Princesa cuando estaba en la plaza España (hoy en el Parque Grande), a través de una tubería bajo los paseos de Sagasta e Independencia. Quizá serviría para mostrar el funcionamiento de la red en el siglo XIX.

Tampoco se han divulgado los dos vasos descubiertos de 20.000 metros cúbicos cada uno o la llamada Casa del Guarda llevan el sello de Ricardo Magdalena, de 1876 y 1878, respectivamente. O que el aljibe enterrado tiene planta basilical, con tres naves pautadas por machones de piedra para apoyo de 33 bóvedas de arista de ladrillo, o su protección por su interés monumental.

Así que su valor va más allá del solar que esconden las traseras del paseo Ruiseñores y Maestro Estremiana. Está por debajo de esta losa que se divisa desde el muro que le separa del parque que ZeC pretende ampliar. Pero sobre todo vale más que los once años que lleva en el olvido para la Administración y el ciudadano, que se debate entre darle algún uso o si solo es una cuestión de quién lo propone y decide.