Orillena rememoró ayer su fundación como pueblo de colonización hace 50 años y, por tal motivo, congregó en una emotiva jornada a más de 500 personas que participaron en el programa de actos. El central fue el descubrimiento de un monolito alusivo a ese medio siglo de vida.

Al acto acudieron el presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Miguel Gracia, acompañado de Carmen Soto, alcaldesa pedánea, y Armando Borraz, el del municipio de Lanaja al que pertenece. Todos ellos bajo la atenta mirada de los cientos de asistentes, entre los que se encontraban las familias con las que en 1966 comenzaba a escribirse la historia de esta población monegrina.

Esta celebración tiene lugar mientras Orillena, como tantos pueblos de la provincia altoaragonesa, lucha por seguir viva y, en este caso, también por mantener abierta la escuela a la que ahora acuden cada día 5 niños. Ante esta perspectiva, Miguel Gracia demandó "un esfuerzo por mantener los pueblos", dirigiéndose especialmente al Gobierno Central y a Bruselas porque "solo así podemos ir frenando lo que ahora se está denominando la España vacía", recalcó el presidente de la DPH.

Orillena es uno de los quince pueblos de colonización que se crearon en la provincia de Huesca, y al que llegaron familias que procedían sobre todo del Pirineo altoaragonés, pero también de Zaragoza, Teruel, Cataluña, Extremadura o de otras localidades monegrinas. El pueblo toma el nombre de la partida conocida como Monte Orillena y, aunque era un asentamiento de planificación nueva, recibió la herencia del pasado, pues hubo otro Orillena que aparece mencionado ya en 1104, en el Castulario de Montearagón, con motivo de la concordia realizada por el obispo de Huesca y el abad del Monasterio de Sigena.

En 1991 ya celebraron con otra fiesta el cuarto de siglo de historia y ayer también repasaron otros momentos importantes en este pueblo, como en 1975, cuando el IRYDA compró Casa Colorada, lo que posibilitó aumentar la superficie cultivable para los agricultores que hasta entonces era de 10 hectáreas. O hace mucho menos, en 1997, cuando se otorgaron las escrituras de propiedad de los agricultores, 31 años después y con bastante retraso respecto a las condiciones iniciales por recursos interpuestos. Durante el día de ayer cundió la emoción al recordar vivencias pasadas como el hecho de que los cimientos del pueblo se realizaran a pico y pala, al no existir excavadoras, El arquitecto fue José Borobio.