-- ¿Qué es lo que piden? --Familias interesadas en acoger a un niño o niña saharaui desde el 21 de junio al 21 de agosto. De los 150 niños que llegarán a Aragón, al proyecto de MPDL le han asignado 35, la mayoría de ellos repetidores que volverán a veranear con las mismas familias con las que han estado años anteriores. El verano pasado fue tal la demanda que muchas familias se quedaron sin un niño. Y este año, el interés despertado nos hizo pensar que también se iba a llenar la lista.

--¿Cuáles son las condiciones para poder acoger a uno de estos niños? --En principio, no ponemos ninguna traba. Pueden acceder familias, personas solteras, jóvenes o mayores. Pero sí que recomendamos que haya niños en el entorno en el que vayan a vivir. Además, como son dos meses, siempre que sea en el territorio nacional, se puede viajar con ellos, apuntarlos a actividades, llevarlos al pueblo, etc.

--Entonces, ¿no hay obligación alguna? --El principal requisito es tener ganas. A partir de ahí, la única exigencia es el coste económico que supone pasar esos dos meses en una casa en cuanto a comida, salidas y demás. Porque los vuelos de ida y vuelta están financiados, al igual que la tarjeta sanitaria de cada uno de ellos, que también la facilitamos. Por eso pedimos que las familias los lleven al pediatra para realizarles revisiones médicas, al dentista y al oculista por si necesitan gafas.

--¿Qué necesitan estos niños? --Todos ellos tienen una edad que oscila entre los ocho y los doce años. Vienen con muchas carencias materiales. Además, están acostumbrados a pasar mucho tiempo en la calle, por lo que la adaptación puede ser compleja.

--¿Qué es lo que más les gusta? --Todo lo relacionado con el agua, los alimentos frescos y el frigorífico, a los que no están acostumbrados. Alucinan con el abrir y cerrar de los grifos. Y no quieren salir de las piscinas. Pero también los coches, la cama o el interruptor de la luz es para ellos toda una novedad.

--Y cuando estos niños cumplen los doce años, ¿qué pasa con las familias? -- Dos o tres veces al año se suelen organizar viajes a los campamentos. La mayoría sigue en contacto por carta o teléfono. Porque estas relaciones enganchan a familias y niños.