El diestro José Ortega Cano volvió ayer a salir del centro penitenciario zaragozano de Zaragoza. Lo hizo con un permiso debajo del brazo, el cuarto desde que cumple condena, si bien tanto él como sus letrados y su entorno esperan que no vuelva.

Una libertad con sabor a tercer grado es lo que señalan fuentes jurídicas consultadas, ya que tienen la plena confianza de que en estos seis días reciban de forma oficial, por parte de Instituciones Penitenciarias, de que goza del tercer grado. La Junta de Tratamiento del centro ya dio, por unanimidad, el visto bueno. A partir de ese momento, estará en un grado de semilibertad en el en el centro de inserción social Victoria Kent, situado en madrileño barrio de Acacias. De esta manera podría estar al frente de su empresa taurina.

"Siempre se sale alegre y la vuelta es más triste, pero no creo que tenga que volver", apuntó a los medios de comunicación que aguardaban en la entrada de la cárcel. Salió feliz y acompañado por su esposa, Ana María Aldón. En un vehículo lo esperaban su hijo menor, José María, la tata del niño y la madre de Ana María, Celia. La familia se dirigió a Madrid, donde le esperaban sus otros dos hijos, José Fernando y Gloria Camila, y sus hermanos. Por la tarde, ya se fue a Las Ventas a disfrutar de la Feria de San Isidro.

El matador entró en prisión el 23 de abril del 2014 para cumplir una condena por homicidio imprudente de dos años y medio por el accidente de tráfico ocurrido en mayo del 2011, en el que murió Carlos Parra, de 48 años. Ortega Cano conducía su todoterreno con una tasa de alcoholemia que triplicaba la permitida y con una velocidad de 125 kilómetros por hora en una vía limitada a 90.

Durante su estancia en el centro, ha compartido celda con otro preso, debido a que está ingresado en un módulo de respeto, donde hay algo más de un centenar de internos.