Se vuelve a repetir. El miércoles de la semana pasada un perro falleció en una clínica veterinaria tras haber ingerido comida envenenada durante uno de sus paseos. Este hecho, que ya levantó a finales de diciembre del 2011 la alarma en Torrero, se produjo esta vez en el Arrabal, donde el pasado verano otro animal presentó los mismos síntomas.

En esta ocasión, la mascota era una labrador de cuatro años. El suceso se produjo de forma similar a los que ocurrieron hace tres meses en Torrero. "Sacaron a pasearla por la zona de detrás de la antigua Estación del Norte y vieron que la perra comía algo", relató María José Escuer, la veterinaria que atendió al animal.

Desde el momento en el que la labrador ingirió el alimento, comenzaron los problemas. Los primeros síntomas fueron fuertes vómitos de coágulos de sangre. Pese a ello, los dueños del animal, ambos veterinarios, no acudieron a una clínica. "Lo primero que hay que hacer inmediatamente el observar que nuestra mascota come algo del suelo es acudir al veterinario", recordó Escuer.

Sin embargo, en esta ocasión el tiempo corrió en contra de la labrador. El martes de la semana pasada, dos días después de haber ingerido el alimento envenenado, estuvo "en la clínica con goteros y medicación", relató Escuer. Al día siguiente por la mañana, los propietarios tuvieron que regresar y ya no se pudo hacer nada. "El animal empezó con convulsiones y no dio tiempo ni a sacrificarla porque ya había absorbido todo el veneno", explicó la veterinaria.

Tras el fallecimiento, se comprobó que la labrador había sufrido una afección hepática y renal, una disminución de plaquetas y del hematocrito, lo que le provocó quedarse sin defensas internas. "Los envenenamientos a veces son con matarratas o con varios compuestos como veneno de caracoles y sustancias fosforadas", indicó Escuer, quien el verano pasado ya se tuvo que enfrentar a una situación similar. "En los últimos meses está volviendo a pasar y el verano pasado atendimos a otra perra con estos síntomas", recaló.

No es la primera ocasión que ocurre esto en la ciudad. La intoxicación y muerte de varios perros en las zonas verdes cercanas a la plaza de la Memoria Histórica, donde se encontraba la cárcel de Torrero, a finales de diciembre, encendió las alarmas entre vecinos del distrito y protectoras de animales, que junto a los propietarios de las mascotas afectadas ya denunciaron los casos para tratar de encontrar a los culpables.

Además, el Colegio Oficial de Veterinarios de Zaragoza recomendó, tras estos casos, que se extremaran las precauciones durante los paseos con perros ante el posible envenenamiento de estos animales en parques de la capital aragonesa. Los veterinarios recordaron en un comunicado la obligación de denunciar ante la autoridad competente estos hechos, penados con hasta 150.000 euros de multa, según la Ley de Protección Animal.