Los examinadores de la Dirección General de Tráfico protagonizaron ayer una nueva jornada de paro a nivel nacional que, en el caso de la ciudad de Zaragoza, impidió la celebración de más de cien pruebas para la obtención del carnet de conducir. La primera huelga se registró a principios de junio y el plan de los funcionarios es no trabajar ningún lunes, martes y miércoles de los meses de lo que queda de junio y julio. Su objetivo es cobrar un complemento que tenga en cuenta el horario y la peligrosidad que entraña su actividad.

«El seguimiento en toda España ha sido del 80% y en Zaragoza no han acudido a trabajar 10 de los 11 examinadores que prestan sus servicios en la ciudad», señaló ayer un portavoz del colectivo en la capital aragonesa.

De momento, la Dirección General de Tráfico (DGT), de la que dependen, no ha tomado ninguna medida, aunque ha llegado a comentar que podría recurrir al Ejército para que no se interrumpa la celebración de exámenes de conducir. «Eso es una ocurrencia más que nada, porque formar examinadores lleva su tiempo, no es algo que se improvise», manifestó la misma fuente.

Las autoescuelas, mientras tanto, asisten a los paros con sentimientos encontrados. Por un lado, consideran que los examinadores tienen razón. Pero, por otro, les reprochan que lleven a cabo la huelga en la época del año en la que tienen más trabajo, cuando miles de jóvenes terminan sus estudios y disponen de tiempo para aprender a conducir y realizar las pruebas obligatorias. En su opinión, sería necesario ampliar el número de examinadores, incluso si para ello es preciso privatizar la actividad, que ahora es competencia de la DGT.

El colectivo de examinadores sostiene que no se recompensa económicamente el esfuerzo que deben realizar, con horarios más largos que los de los funcionarios que trabajan en oficinas y, sobre todo, con el riesgo que supone su actividad.