La vergüenza y el rechazo social son las principales causas por las que los problemas de incontinencia urinaria se llevan en silencio. Una patología que en España es más frecuente que la diabetes, la artrosis y la osteoporosis.

Según la International Continence Society (ICS), la incontinencia urinaria es cualquier pérdida involuntaria de orina que supone un problema social o higiénico. Se distinguen dos tipos, la producida por esfuerzo y la pérdida asociada a urgencia. Toser, estornudar, reír o realizar ejercicio físico son actividades asociadas al primer caso, mientras que el segundo está vinculado a una necesidad imperiosa y repentina de orinar. La enfermedad entraña, en muchos casos, problemas psicológicos ya que influye a la actividad cotidiana del paciente y merma su calidad de vida.

Maternidad

"El parto vaginal, aunque no sea traumático y conlleve desgarros, condiciona cambios anatómicos que pueden provocar la pérdida de orina. Si además es instrumentalizado, los riesgos de lesión son mucho mayores", explica el doctor César Rodrigo, coordinador de la sección de Suelo Pélvico del hospital Miguel Servet de Zaragoza. En este sentido, Rodrigo, puntualiza que "el retraso de la maternidad es posiblemente uno de los motivos por los que la edad media de las pacientes ha disminuido en los últimos años".

Por su parte, el fisioterapeuta especializado en Uroginecología, Enrique Sierra, apunta que "la práctica de deportes intensivos como la halterofilia, las carreras de larga distancia y de montaña o la hípica también ayudan a la aparición de la patología". Es decir, "todo lo que conlleve una disminución del tono muscular (hipotomía) del suelo pélvico".

El terapeuta recomienda un tratamiento de rehabilitación mediante ejercicios hipopresivos o la práctica de pilates. En su centro también se realiza la neuroestimulación del nervio tibial posterior. "Se suministra una corriente de baja intensidad a través de un nervio que pasa por el talón de aquiles y llega al centro de micción, donde provoca una inhibición al músculo que produce las contracciones de la vejiga", explica el especialista.

Cuando la fisioterapia no funciona, se puede recurrir al tratamiento quirúrgico. Una intervención mediante la cual se coloca, por vía vaginal, una malla sintética bajo la uretra. Actúa como una especie de hamaca para sostener y reforzar las estructuras anatómicas y con el tiempo, este cabestrillo acaba incluido entre los tejidos suburetrales. "Es un tratamiento con una efectividad de entre el 85% y el 87%", explica Rodrigo.

El 71%, menopáusicas

Entre enero del 2014 y diciembre del 2015, el hospital Miguel Servet de Zaragoza registró un total de 136 intervenciones para corregir la Incontinencia Urinaria de Esfuerzo (IUE), según fuentes del centro. La edad media de las pacientes que pasaron por la consulta fue de 58,5 años y el 71% de ellas eran menopáusicas en el momento de la intervención.

En cuanto a las cifras de prevalencia, Rodrigo apunta que existe "mucha disparidad según diferentes fuentes", pero "en términos generales en torno al 20%". Una práctica bastante extendida es contener la orina durante la micción. Según Sierra se trata de un "error" que supone ciertos peligros. "En muchos casos, los reflejos que regulan el acto de la micción se pueden ver alterados", aclara.

Asimismo, Sierra advierte que el uso de las bolas chinas cuando existe la patología no está recomendado, incluso sería contraproducente. "Es como entrenar con pesos un tobillo que presenta un esguince" apunta el fisioterapeuta zaragozano. Sin embargo, añade que estas "pueden servir como medida de prevención, bajo un uso adecuado, para fortalecer el suelo pélvico en mujeres sanas".