Pedro Sánchez va a necesitar suerte, mucha suerte, para sacar adelante su programa, sus pactos y sus promesas. El programa será, en principio, el del PSOE, una versión actualizada del de los tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero, con énfasis, imagino, en la defensa del Estado del Bienestar, priorizando Educación, Sanidad y Empleo comos ejes básicos de atención al ciudadano.

Promesas, las que el hasta el viernes el candidato haya hecho a lo largo de la infartante semana anterior, durante los días en que se urdió la conjura y los teléfonos ardieron en las sedes de los partidos políticos y en un par o tres de comunidades autónomas, las que cuentan con representación autóctona en la Cámara de Diputados. ¿Hasta dónde se ha comprometido el PSOE con los nacionalismos irredentos? Sería de esperar y confiar que hasta donde el diálogo pueda estirarse sin cambiar la Constitución ni los Estatutos de Autonomía del País Vasco y Cataluña.

En cuanto a los pactos de gobierno, la primera incógnita residirá en despejar la composición del Ejecutivo. Si resulta al completo integrado por militantes o simpatizantes del PSOE o se reservan carteras a disposición de los «socios preferenciales», muy en particular Podemos y Partido Nacionalista Vasco. Pablo Iglesias ha planteado un gobierno de coalición, solicitado protagonismo, carteras, y aunque el nuevo presidente adelantó que su equipo estaría sólo formado por socialistas, la definitiva formación está aún por ver.

Otro pacto que Sánchez deberá cerrar cuanto antes será con el Govern de Quim Torra. Los ultras catalanes le han votado contra pronóstico, pues nadie que hubiese leído las declaraciones de Sánchez contra el delfín de Puigdemont o contra las maniobras de Esquerra hubiera podido vaticinar que iba a apoyarle.

Sánchez cuenta a favor con el calendario, en el sentido de que el bálsamo del verano siempre amansa las furias de la política, y con el presupuesto de Montoro, que asume sin despeinarse, pese a votarlo en contra. Será en septiembre cuando tenga que poner fecha a las próximas convocatorias electorales y definir con claridad su acción gestora, tanto en el entorno de los graves problemas del país como en la posición de España en el exterior, nuestras relaciones con los USA de Trump y con la Europa de Merkel y Macron.

Suerte, en fin (la va a necesitar).