Calaceite se puede mirar de dos formas compatibles. Como un conjunto monumental y como una colección de detalles. Para la primera aproximación, no hace falta una preparación especial, pero, si se quiere disfrutar de la segunda, es preciso contar con alguien que enseñe la villa paso a paso.

La mazmorra que hay en el sótano del ayuntamiento, por ejemplo, cuenta en el techo con una abertura por la que se echaba la comida al preso. Y en la lonja contigua a la casa de la villa existe un arco que está girado, con las dovelas cambiando de dirección gradualmente para adaptarse a los muros entre los que está tendido. Muy cerca, todavía se conserva la argolla a la que se sujetaba a los maleantes para que fueran objeto del escarnio público.

También hace falta un guía local para descubrir la vara de medir aragonesa representada en los soportales de la plaza de España, de 77,2 centímetros. «Era más larga que la catalana, de manera que a los comerciantes que venían de esa comunidad se les exigía que vendieran sus telas conforme a las medidas vigentes en esta parte», señala el alcalde, José María Salsench.

Luis Torremorell, un barcelonés que hace 40 años que frecuenta Calaceite, reparó hace tiempo en la gran variedad de picaportes y escudos nobiliarios que embellecen las puertas de las casas y se dedicó a tomar fotografías que expone en la oficina de turismo. «Fotografié medio centenar de llamadores distintos, todos artísticos a su manera», explica Torremorell, que está jubilado y es un gran amante de la villa turolense.

En sus excursiones fotográficas descubrió en el dintel de una puerta un escudo con los símbolos del fascismo italiano, de Falange y del arma de Artillería, que data probablemente de la época de la guerra civil.

Otra manera de ver Calaceite, su prehistoria, es visitando el museo dedicado al arqueólogo local Juan Cabré (1882-1947). Allí se exponen copias de las pinturas rupestres que él descubrió en la zona, así como piezas del yacimiento ibérico del cerro de San Antonio, que está en las inmediaciones de la localidad turolense. Desde ahí arriba se disfruta de una excelente vista del pueblo y del paisaje de los Puertos de Beceite.