Hace años, César Bona formaba parte de la plantilla del Sego Zaragoza, en la División de Honor --la máxima categoría nacional-- de fútbol sala. Había cumplido su sueño. Aquel chico de Ainzón llegaba a la élite, pero mantenía los pies en el suelo. "Quería seguir estudiando y lo de firmar autógrafos me hacía gracia, pero sabía que mi tarea era seguir formándome", recuerda. Hoy lo ha vuelto a lograr. Ha cumplido otro sueño. "Me siento afortunado de hacer lo que me gusta". Y promete no cambiar. "Sigo siendo aquel chico de pueblo. Sé de dónde vengo".