Queridos Reyes.Me cede mi tío este espacio porque dice

que quizá así, además de vosotros, lean esta carta otros monarcas y mandamases que sí reinan a lo largo de todo el año. No os enfadéis, pero en la tierra las cosas son así y desde mañana vosotros seréis pasado hasta el próximo seis de enero.

No obstante, mantengo la ilusión de la víspera y os pido que este año mejore el menú del cole. Ya que no tenemos cocinero propio, al menos que hagan más ricas las verduras y no nos inunden con yogures de sabores. Y menos salchichas baratas y más pescado sabroso. Y ya puestos, que todos los padres entiendan que comer sano y bien es fundamental para mantener una buena salud. Mi abuela nunca se puso enferma.

Me gustaría encontrar en todas las tiendas productos aragoneses y que el gobierno les ayude para que vendan más y mejor; y también fuera, que todos se enteren de lo rica que está la borraja y la achicoria y la trufa y el ternasco y la longaniza y el guirlache…

Cuando salgo de la ciudad disfruto viendo gente por los pueblos y para eso, me dicen, tienen que tener trabajo ahí. Y eso lo da el campo. Y me da pena que le pongan las cosas difíciles a la ganadería extensiva, que es sacar las vacas y las ovejas al monte, como hacía mi abuelo.

Me gusta salir a comer por ahí y no solo hamburguesas, que también. Pero cada vez veo menos legumbres -a mí me gustan− y más comida preparada. Os pido que las tapas estén recién hechas, que las tortillas de patata lleven cebolla y que los restaurantes no se pasen con los precios. Así me sacarán más veces. Y que a los más pequeños que sabemos comportarnos nos dejen elegir como a los mayores, que no todo son macarrones y pollo rebozado.

Aunque todavía no bebo vino, me dice mi tío que os pida que las bodegas aragonesas gocen de buena salud, en un año en el que la competencia crecerá y los aragoneses, como los españoles en general, siguen consumiendo menos. Pues eso, a ver qué podéis hacer.